-- ¿Por qué lo preguntas?
-- No hay más que leer la rachita de versos que llevas.
-- Ah, ¿te refieres...?
-- Exacto. Tú dirás.
-- Pues como no sea que la primavera viene de camino...
-- Como todos los años, oh máximo iluso.
-- Pero hay días que parece que las palabritas tiran de uno. Y sería un enredo no hacer caso del estro.
-- Ya, del "estro". Y ¿en qué acepción, si puede saberse?
-- La que más te guste. Tampoco hemos de ser escrupulosos.
-- Ni crapulosos, ¿verdad?
-- Tan cierto como que la frecuencia de 440 es la que marca el Diapasón.
-- Y en tu caso, el de horquilla de toda la vida.-- No faltaría más. ¿Del Hipocampo se puede esperar otra cosa?
-- No, si cuando te pones incombustible...
-- No exageres: cualquier Torquemada podría acabar conmigo.
-- Vale, vale.
-- ¡Y no me des la razón como a los locos!
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