Siendo por la
mayor parte sedentario en los hábitos, no es ello óbice para que en el
guardarropa de Ud. figuren determinados adminículos o prendas de aquellos a los
que alude el epígrafe de hoy.
Y termina poniéndose
de relieve que aunque tales calcetines se caracterizan por su aceptable
duración, en la sección que denominaremos “puntera”, con licencia que esperamos
nos sea admitida, acontece un día la inauguración (por la diversa presión
natural de los andares, o bien por la conducción de automóviles con motor de
combustión y otros, o por un superior y no caprichoso desgaste, en suma) de ese
boquete, ese orificio involuntario que familiarmente hay quien llama “tomate”.
De manera
experimental existe una transacción para conjugar tal percance con relativo
éxito: de antemano, previsoramente, conviene tener varios pares iguales; y así,
con criterios de selección, Ud. puede “casar” una y otra unidad de diferente y
fraterna procedencia.
El,
permítasenos, “truco” puede extenderse a otra suerte de calcetines, por más que
la alternativa, si fueren entre sí de distinto color o estampado, quizá le genere
entre sus conocidos una cierta fama de anarquista.
Para desconocer
las técnicas del zurcido, ¿se nos discutirá, siquiera en superficie, esta
modestísima “imaginación, al poder”?
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