El sol clausura los días
sobre la raya del mar.
Sobre el templo de Melkart
(al presente, apenas faro
que presenta con descaro
un desdoro en el decoro),
al despedir esta tarde
es una bola que arde
a ras del agua.
Quedamos,
si es que a noviembre llegamos,
seguir el sólito paso
de compás ceremonioso:
un metafórico brindis
con entrechocar de vasos
dentro de un rito curioso
en el oportuno ocaso
aquí, enfrente de la casa,
celebrando que sumamos
un año más de almanaque.
-- ¿Los achaques?
-- Los dejaremos de lado.
-- Muy convencido te veo.
-- Ni yo mismo me lo creo,
aunque, bueno, no es seguro...
De momento,
son cosas del veraneo.
Qué afortunado eres de ver el mar desde tu terraza. Un fuerte abrazo primo y gracias por compartir tus " reflexiones"
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