Ayer llovió. Y como si fuera un aviso para las "aves migratorias" que quedaban (terminando ya la primera quincena de septiembre), han desmantelado el rosario de los coches en las calles. Se han marchado.
Nos dejan, a los poquísimos residentes, esperando el paso de las Oriónidas.
Preparándonos para el relativo (esto es Cádiz) frío que ya avanza tímidas señales, a remolque de nubes espectaculares.
Otro otoño más; otro menos.
Seguiremos aquí, mientras lo consienta el maremoto.
Suerte que tenéis los poquísimos residentes. Para los que vivimos en zonas de muchísimos residentes, esa leva que originan los calores y fríos es envidiable.
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