(Fragmento de las conversaciones que sostuvieron ambos, con el nebuloso propósito de que fueran publicadas, una vez transcurra el centenario del ilustre don Miguel, en "El Heraldo del Acuario", improbable rotativo acuático que, sin llegar a circuito de "frivolidades", vía móviles, no deja de tener lo suyo.)
-- Tú dirás. Parece que se te fueron las décadas cantando y tocando la guitarra.
-- Y componiendo.
-- Eso, también. Y entre los "enamoramientos" y que no es "moro" todo lo que reluce, se te fue aposentando por entre los huesos una querencia de soledad que..
-- O de independencia.
-- No me interrumpas: ... que ya, ya.
-- No sé qué decirte. De los papeles de la fábula, el método de la hormiga me asustó, o me disuadió, un poco con su rutina, sus respetables convencionalismos, el punto de vista práctico del que siempre he carecido. El "punto de clara cordura" que es, por otra parte, un material para ropa de moteros. Imagínate.
-- Pero eso pasa factura ¿no?
-- ¿Ser motero?
-- No, la elección que hiciste.
-- A mí me lo vas a contar.
-- ¿Repintarás tus blasones?
-- Ni esos tengo. Pero por ahora, lo que más me impresiona, entre tac y electroencefalograma, es la cantidad de pacientes canosos que ejercen su paciencia (a la fuerza ahorcan) en las clínicas y hospitales de "este país".
(Mientras, Bob Dylan, con 75 años a cuestas, parece que sigue actuando en público. El Hipocampo no quiere rematar (qué palabra, Señor) añadiendo que había una canción que no sabe si viene al caso, titulada FOR EVER YOUNG.Vaya guasa.)
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