miércoles, 12 de febrero de 2025

Trump again

 

Claro que este segundo mandato de Trump (inocultablemente respaldado por la mayoría que le concierne a USA) iba a levantar general erisipela entre nuestros “inteligentísimos oráculos” de los medios de difusión/confusión.

Reacción comprensible con tanta progresía de ficción que los aqueja. Así que el de nuevo presidente Donald, con su firma enhiesta, de grandes trazos y enérgico rotulador en los decretos y sus bailecitos ridículos da pie a encendida mofa y espolea a sus detractores.

Que sin descanso lo ponen a parir porque, dicen, quiere cambiarnos el marco (al que nos amoldaron estas décadas) y lo llaman radical ultra y peligroso, que pretende dirigir su país como una empresa en vez del estilo europeo con el que el buenismo de los hipócritas alega causas de humanitaria solidaridad, para freír al personal a impuestos cuyo monto dicen utilizar luego en necesidades sociales (aunque con demasiada frecuencia también se despilfarra mucho en caprichosas chaladuras de camuflados intereses) y una especie de falsa jauja para todos que no hay ensoñación que la haga posible, real o coherente.

Y puede que un país no sea exactamente una empresa, pero muchas de las normas de una buena y viable empresa deberían sin regateo aplicarse a los países; que igual el resultado era mucho mejor que lo que se nos viene predicando e imponiendo.

Adriano Celentano cantaba “chi non lavora, non fa l’amore” cosa que su mujer -en la canción- le había advertido. Sirve de metáfora.

Padecemos tiempos de mentiras, de mantras en los que se insiste    para ahormar al rebaño. Y ya se verá si este incipiente resurgir de lo que siempre fue el “sentido común” conduce, en algún plazo, a la rebaja del parasitismo y de las tomaduras de pelo.

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