jueves, 19 de diciembre de 2024

El agua y las borrajas

 

Con morbos similares, apasionadamente, las cotorras de la televisión se enzarzan en diatribas sobre la repugnante corrupción de esta epidemia que constituyen los políticos y también en los meandros íntimos que relatan (“vengo a contar mi verdad”; “y yo, la mía”) los titiriteros y las bufonas de la otra farándula, la de toda la vida.

Se ve que nuestra sociedad, abundante en viejas del visillo, está conforme, incluso complacida, en dejarse embaucar con las más frívolas y/o tendenciosas teorías y así podemos ir borrando de la “candente actualidad” el espanto de la dana y las canalladas de los culpables gestores de sus consecuencias. Por ejemplo.

Casi todo anda ya en los tribunales de justicia o in, según se mire. Y lo gordo del asunto es que, después del trabajísimo que suponen los problemas para la policía y los jueces, y el derroche de dinero, tiempo y energía que se funde en ello, cualquier porquería puede acabar archivada…

-¿O indultada?

-No te referirás a los autores del separatismo, el terrorismo, la juerga de los ERE, etc…

-Ni “me se” ocurriría, anda ya.              

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Un "film" bien tirado

 

Aunque, como ya os tengo escrito en alguna ocasión, me desconcierta y choca el formato de cine “musical”, con esa cosa artificial y cursi de liarse a cantar los personajes sin mayor ton ni son, me la jugué con “Wicked”.

Y -al césar, lo que es del césar- la “peli”, si descontamos ciertas tontunas sentimentalonas y, lo más natural en un cuento, ingenuos deslices de los que el género no escapa, es un espectáculo fabuloso, con piezas musicales muy correctas, coreografía de primera, ambientación a juego y empleo brillante de la contemporánea tecnología disponible.

En esta suerte de Mago de OZ, se luce la bruja protagonista y, en la apoteosis final, concluimos que, al lado de eso, Superman es una mierda, ya te digo.

martes, 17 de diciembre de 2024

Con infinita desolación,

 

compruebo una vez más la inundación de camisas para caballeros que sufren, o con sumisión indigna admiten e incluso fomentan, las grandes, medianas y pequeñas “superficies” dedicadas a ese comercio, entre otros menesteres.

La unanimidad se impone en unos cuellos ridículos de forma y tamaño, incapaces de amparar cualquier nudo de corbata imaginable. Si es cosa de los fabricantes, allá se lo hayan con el consentimiento negligente y servil de semejante “tendencia”.

Ni siquiera las recoletas, selectas y postineras tiendecitas de especialistas en ropa masculina escapan a ese “fatum” y no ofrecen nada muy diferente.

¿Es racaneo en el material, rutina imperdonable de la creatividad? ¿Cobardía simple?

Emplazo, en estas “fiestas entrañables”, a algún intrépido disidente que se atreva a recobrar y lanzar de nuevo el cuello inglés clásico que solían usar The Beatles, de armoniosas y cumplidas palas, de ángulo agudo (sin llegar a la exageración que muestran en el cine los personajes mafiosos), en fin un cuello “como Dios manda”.

¿Soy la voz que clama en el desierto o, au contraire, cher amis, me asisten kilogramos de razón?

lunes, 9 de diciembre de 2024

Un ejemplo más

 

Con una conducta muy parecida a la que ejercen los “okupas”, los zafios pandilleros que desgraciadamente dizque nos gobiernan jamás descuidan la ocasión de demostrar su torpeza y su miseria.

Un ejemplo más, clamoroso, lo han dado con la ausencia de toda representación española en la solemne y hermosa ceremonia de la recuperación de Notre Dame.

En ese acto, importante y simbólico donde los haya, la negligencia y la inoperancia, quizá dolosas, de estos ignorantes mandamases de pacotilla se han significado lamentablemente, como suelen.

Más de cuatro cabezas deberían rodar, entre ellas la del que se fue al circo, al parecer, prepotente antitaurino por más señas, y de cuyo nombre no merece la pena acordarnos.

No son peores porque no madrugan.                     

domingo, 8 de diciembre de 2024

Disyuntiva y vamos a ver

 

No queda quien a cínico te gane

en la redonda faz de este planeta:

desfachatez, mentiras, piruetas

son la menor versión de tus desmanes.

“Tu” congreso pasó: era una farsa

de pasarela dócil y esperpento,

de aplausos a las caras de cemento

de tus más celebérrimos comparsas.

Tus “hooligans” tocaron las trompetas,

heraldos cómplices de tus fanfarrias,

contentos con el barro y las cascarrias

de tu discurso y numen cuchufleta.

 

Ante tal disparate,

¿qué inédita aventura nos espera?

¿Saldrás, hortera, de tu madriguera

con un tirón sensato de las urnas?

¿O con un avenate,

una enojada mente taciturna

dispondrá en telescópica azotea

que se acabó el bailar con la más fea?                          

jueves, 5 de diciembre de 2024

Diversidad de los calibres

Profundas catacumbas se enseñorean, proliferan abundantes debajo de la populosa, festiva, dinámica Madrid.

Entre orientados y dubitativos, recorremos anchos vestíbulos, escaleras -automáticas y de las de toda la vida- que en sus muy luengos tramos nos conducen al cielo azul del exterior o a las simas algo misteriosas que se diría exploran un itinerario “dirección Centro del Planeta, salida tal y tal”.

Hora punta del mediodía, derramadas muchedumbres en acción, numerosos jóvenes con mochilas y pasajeros de toda edad enfrascados en el íntimo curioseo de sus teléfonos móviles, nos empequeñecen las dimensiones extrahumanas, sobrehumanas de todo cuanto nos rodea.

(¡Qué bárbaro, el vigente Bernabéu Stadium!)

Así que, embutidos en atestado vagón del Metro, y como para que no se me olvide mi recién cumplida edad capicúa, una moza de cabellos rizados me cataloga en su fuero interno como abuelete evidente (y quizá de escasa recuperación), y con gentileza medio piadosa, y a pesar de mi 1ª y 2ª negativas, corteses y agradecidas, se empeña en cederme su asiento y opto finalmente por asentir, con algo de bochorno por opinarme de mí mismo conmigo mismo que todavía queda tiempo para el prólogo de la despedida definitiva.

Aunque nunca se sabe, sólo que Ud. se ve en el espejo durante las abluciones cotidianas y no se calibra del todo, ché.

sábado, 16 de noviembre de 2024

No se precisa mucho

 

Una modosa señal, una reflexión, ni tan profunda; una anécdota que se glosa ante el conocimiento general, extendido, que a cualquiera sin dificultad llega.

Con la actitud asustadiza que a los conversos aconsejaba el disimulo, en tiempos pasados -¿y no tan idos?-, los conejitos guardan silencio en sus madrigueras, incluso cuando no es impensable que, al plazo que sea, la correspondiente y personalísima inundación venga con “las peras al cuarto”.

Incluso cuando, alternativamente y en azaroso descampado, los sorprenda e inmovilice la luz de los faros de un automóvil que se los va a llevar por delante, qué lástima tardía, cómo íbamos a pensar que a nosotros también; incluso cuando, en el titanic que sea, ocurra que no había bastantes botes salvavidas, etc.

Si Almodóvar no anduviese en sus cositas, acaso filmara, para pasmo de espectadores, un documental que podría titularse, con permiso de la reminiscencia, “El temblor de los conejitos”, si Hopkins y la Foster se dejaran.                       

jueves, 14 de noviembre de 2024

Begoña dear

 

Leyendo previamente un papel en el que se redactaban “justificaciones” inservibles e inverosímiles, rebozadas en “balones fuera”, Begoña dear, te encastillaste en un silencio absoluto de minúscula e insípida esfinge que, con apariencia impermeable, escuchaba el repertorio riguroso de preguntas, en la Comisión de turno.

Cabe imaginar el mal rato, que no es más que una de las consecuencias del comportamiento -extravagante y otras cosas- que vienes ejerciendo desde tu condición especial, digas lo que digas, o lo que digan los demás, Raphael dixit. Un mal rato que ni el blindaje de la ambición y el cinismo, ni lo que se decía coloquialmente “más conchas que un galápago”, pueden disminuir, ese infinitivo que la cursilería de moda en los ordenadores ha transformado en “minimizar”, muy cerca ya de onomatopeya para llamar al gato doméstico, quien lo tenga.

Trance obligatorio, entre tus excursiones turísticas a la India, o la inminente al Brasil, etc., mira qué bien que Peinado te aplaza tu cita con él, según la “tele” hasta el 18 de diciembre, que falta más de un mes, se ve que hay un tajo agobiante en los juzgados.

Desmontada tu fantasiosa titularidad académica, no te faltarán asideros para que “no te pase ná”. Pero, Begoña dear, qué bochorno.                 

lunes, 11 de noviembre de 2024

Noviembre, otra vez

 Con encomiable y afectuosa cortesía me desearon un buen día de cumpleaños variopintas personas, en la jornada de ayer.

El detallazo es tanto más de agradecer cuanto que “mi mala memoria, que es notoria” se confiesa incapaz de retribuir puntualmente, y a la recíproca, estos gestos biennacidos, de los cuales me siento doblemente deudor y contrito de que, a la amabilidad de tales muestras, voy respondiendo sólo con estas líneas, bien que sentidas.

La cuenta de esta fecha, por otra parte, ha tenido carácter capicúa; y no es impensable pronosticar que también revista la exclusiva de ser la última que de esa condición me toca. Dios, el Destino, esas palabras, esas imaginaciones enormes lo decidirán.

Entre tanto, gracias de nuevo.                

viernes, 8 de noviembre de 2024

Como deslizándose

 

por un rápido tobogán, las noticias, los sucesos se superponen y parece que quisieran borrarse de uno en uno, de uno en otro. Los relieves del último asunto van diluyendo con apremio los del anterior, dándonos una falsa sensación que yerra la medida del tiempo transcurrido.

-Dice bien Vuesa Merced. Pues ¿acaso no parece sino que del lío del “Tito Berni” ya hubieran pasado 100 años? ¿De los manejos de Begoña/Koldo/Ábalos, etc. 50? ¿De las andanzas primorosas del Errejón, 10?

-Y ahora, la dana espantosa, sobre la que se precipita ya la victoria de Trump en los USA, con la inmediata descomposición que ello origina entre nuestros “progres” y aledaños…

-Imagínate, de tripas, corazón, que con el rictus falsario que adorna su máscara de trepa cotidiano, el mismo presiSánchez ya lo ha felicitado. Y a continuación se ha tomado un cocktail de Almax.

-Qué remedio.

-¿Algún alivio, siquiera menor?

-El estreno de “Jurado 2”, del maestro Clint Eastwood, quien nuevamente, con su proverbial sabiduría haciendo cine de calidad, nos deja más anchos que largos. Toda una garantía para espectadores y aficionados de verdad.    

miércoles, 6 de noviembre de 2024

A los ocho días

 

Quienes por esta vez nos hemos escapado de la ruleta de la muerte y la destrucción, estamos con los pelos de punta y el ánimo por los suelos.

Con lo que nos muestran por televisión, esa realidad que la catástrofe iguala con la guerra, es imposible hacerse cargo de cómo están, de cómo se sienten las personas allí.

Es como si no se fuera a resolver nunca, como si no fuera posible poner de nuevo todo aquello en pie.

Las declaraciones de los entrevistados por los reporteros -ellos mismos, consternados- que allí se desplazan son estremecedoras.

Para colmo, con crueldad absoluta, está habiendo pillaje, saqueos, incluso casos de especulación con según qué precios de lo más básico.

En el origen y en las consecuencias de este espeluznante desastre hay demasiados culpables y demasiadas negligencias y desahogos imperdonables.

Va a ser larguísimo y durísimo. Y como mínimo, convendrá tener memoria.

domingo, 3 de noviembre de 2024

¿Una estafa nacional?

 

Lo que está ocurriendo en estas jornadas terribles vuelve a poner de manifiesto la incompetencia fundamental y los serios inconvenientes en los que han derivado las autonomías. No es, ni con mucho, la primera vez: demasiados años de ese experimento ya han dado de sí; sólo que esta ocasión es de las más graves.

Repartir las “competencias” equivale a difuminar las responsabilidades, a debilitar la necesaria unidad de actuación, a multiplicar sin tasa los gastos inherentes al exceso de equipos humanos y materiales. Y dejan en escandaloso papel mojado la existencia, la utilidad de los ministerios. Las autonomías, “que iban a mejorar la gestión”, de forma llamativa se han vuelto un vivero de “enchufados”, de manejos discutibles de los presupuestos, según las ideologías, o los meros caprichos de una colección de mandamases que, para colmo, reclaman con celo institucional, aunque con variados estilos, la sagrada intangibilidad de sus atribuciones. Total, una casi trama con la que embaucar a los ciudadanos con unas supuestas ventajas que, sobre todo, sólo van sirviendo a los jefes y jefecillos. Se ha fragmentado el poder para ocasionar complicidades que dificultan, a la postre, la posibilidad de que el personal concrete las exigencias, más que motivadas, con ese laberinto de espejos que tiene tantas caras para dar, que ninguna la da por completo.

Reitero mi símbolo: una orquesta con muchos directores es un irremediable -y culpable- fracaso.

Simplificando, que no tanto: una finca requiere un administrador, no tropecientos. Si falla o es un redomado sinvergüenza, o incluso algo peor, como vamos viendo, se le expulsa y sustituye por otro, y así sucesivamente y que Dios nos asista. Pero ni cortinas de humo, ni balones fuera, joder.   

viernes, 1 de noviembre de 2024

Las ¿erratas? de los jóvenes becarios

 

Y mira que lo tienen fácil, con la ayuda inestimable de las maquinitas contemporáneas que ni estaban disponibles en la edición original.

Porque la cosa es que me envían gentilmente desde la Warner dos ejemplares como muestra/obsequio de la novísima reedición de “SEÑORA AZUL” de CRAG, conmemorando los 50 Años de su estreno, efeméride decidida por la disquera que mi pudor considera algo vanagloriosa, aunque bueno…; y cuya más notable aportación consiste en el “ocurrente” color azul que tiñe el vinilo.

Reviso, o curioseo, la reproducción de las letras de aquellas canciones, puntilloso que sigo siendo, y con especial motivo por pertenecerme la autoría de la mayor parte de ellas. Y detecto, por encima, inexplicables deslices, al cotejar esta edición presente con la primera. De los acentos ortográficos, las comas, etc. ni entro en ello. Pero

-En “Carrusel” surge un “palpitando” donde estaba, como correspondía, un “matizando”.

-En “Don Samuel Jazmín” hay ahora un “le” murió en vez de “se” murió.

-En “Nuestro problema” ha desaparecido “el hombre siempre “ES” solo”.

-En “Supremo director”, la nueva cosa arranca con un signo ¿ que no entraba en nuestros cálculos.

-En “María y Amaranta” dice “llenaste” donde debe decir “llenas de”.

 

Puede que algo todavía se me haya escapado. Pero la pregunta es: los jóvenes becarios, embelesados acaso con el sueño de una noche de verano, o con el amor de sus novias, ¿no discurren la posibilidad de fotografiar (o lo que se estile ahora) sin más lo que ya había en el disco publicado en 1974? Ello habría facilitado su heroico trabajo y habría impedido los despistes que cito.

(Por cierto, en el antecedente álbum de SOLERA se coló, en “El discípulo de Merlín”, un “aludir” que usurpaba, con falsedad en el sentido, el auténtico “eludir”. Ese error del becario -o como les llamasen entonces- y mi sofoco quedan para la Historia.

 

Y sí, ya sé que con la que está cayendo, éstas de hoy son cuitas de, si se quiere, mínimo relieve, meros escrúpulos de autor paranoico.

Pero os diré algo: el color azul puede ser tan “bonito” como el supermercado del chiste.    

miércoles, 30 de octubre de 2024

"El día... ¿de qué?

 "

Una catástrofe de proporciones gigantescas, insólitas, ha devastado extensas comarcas de nuestro país. No hay garantía de que ya “haya pasado”, el clima es cruelmente voluble y antojadizo, y desde luego el desastre de ahora estará, está hoy ya, en zonas del suroeste, de Andalucía, Extremadura, la de Dios.

Las emisoras de televisión programan de inmediato emisiones especiales para informar del suceso que, de camino, es jugoso y un punto morboso notición de absoluta actualidad. Se desencadena una fervorosa corriente de solidaridad y compasión con los miles de personas afectadas. No es para menos.

Entre esa casi perfecta unanimidad de sentimientos, alguna voz crítica señala mal funcionamiento y negligencias en la gestión de las previsiones oportunas que nunca parecen suficientes, típico de nuestros jefes, en babia tan a menudo. Y con furioso entusiasmo, los caritativos y algo mansos mayoritarios se le echan encima con la cantinela de que “hoy es el día de sólo atender a las víctimas, y ya habrá tiempo luego de exigir las responsabilidades, etc.”

Pero eso ya lo hemos oído antes; y el día de las responsabilidades se retrasa, se difumina, se queda en más agua de borrajas de lo admisible, en un despreciable silencio de los corderos posterior, y en una que debiera ser necesaria exigencia a la que nadie le pone ya ni furia ni entusiasmo, ¿verdad?

Un olvido, un cansancio que no nos confesamos, entre la cobardía y los sucesivos acontecimientos que nos distraerán, para ir borrando las promesas incumplidas (las ayudas por lo del volcán canario, por ejemplo, ¿cómo quedaron?).

Por cierto, se ve que, para los más mierdosos del Congreso, el día sí ha podido ser adecuado para la nueva trampa en los cargos de TVE.

Demasiado sinvergüenza suelto, ¿no?              

lunes, 28 de octubre de 2024

Como con una gota malaya

 

se nos viene adoctrinando hace años, y con curiosa insistencia, en la conveniencia de asumir, o admitir, un axioma según el cual las mujeres serían más capaces, más listas o lo que se diga, que los hombres. Fuera de la impropiedad de esas generalizaciones, impregnadas acaso de un inocente o inconsciente aroma de rebaño, el propósito quizá requiere un acto de fe, del cual ni se me ocurre atreverme a suscribir ni a rechazar.

Me explico: mi parecer preferiría un enfoque que tendiese a una valoración individual, persona a persona, liberando de quincallas interesadas tan arduo laberinto. Pero así están las cosas.

Lo que refuerza mi punto de vista, dentro de la traca (que va a ser larguísima) en la que va ardiendo ese prócer inmaculado, esa Juanita de Arco del “feminismo” español al uso, es la contemplación desolada de las señoras que, contradictorias y balbuceantes, han asomado por la “tele” para prodigar, desde sus atriles rojillos, explicaciones embusteras y algún que otro desvaído paño caliente, renuncio o excusa inservibles ante los hechos.

Quiero decir que en política, y en mucho de lo demás, hay de todo y no están quienes debieran sino quienes están. Ellas y ellos, los torpes y los inteligentes, todo revuelto, ¿veis?

O sea, que (¡Padrón de mi alma!) unos pican y otros no.

 

-Y fíjate que lo que nos tenía preocupados era el drama de la Oreja de Van Gogh, con sus debatidas “cantantas”, y ahora, con esto, vamos a estar en un sinvivir de lo más chocante.

-Ya te digo.    

jueves, 24 de octubre de 2024

La fuga

 

No hace tanto de aquello.

Quizá sorprendidos por lo insólito de semejante verbena, muchos ilusionados españolitos simpatizaron con la ficción desconsiderada que, con estilo de mercadillo cutre, acampó en la Puerta del Sol de Madrid durante semanas: revolucionarios bisoños, más postizos que consistentes, y que fueron consentidos por la autoridad de turno, como si fuese un coletazo sucio de lo que supuso la “movida” que, por su parte, ya había tenido mucho ruido y apenas ninguna nuez.

El paso siguiente fue cuajar en el ambicioso Podemos, banda iconoclasta y protestona que no tardó en enseñar sus mañas de tardíos aprendices de la brujería bolchevique, pasadísima de moda y con surtido considerable de presunciones e ignorancias.

Entre sus figuritas de relieve “llamaba poderosamente la atención” Errejón, con su sempiterna imagen de estudiantito enquistado, que pretendía representar la rama menos feroz del elenco. Sus más y sus menos tuvo con el jefe rasputinesco y, para seguir más años en las nóminas del chollo político, desgajóse al amparo de Carmena y dio en lo que puede que todavía siga llamándose Más Madrid, o así.

 

Ahora dice este “prohombre” que lo deja, que se retira, redactando un papel de despedida prolijo, abstruso, rebuscadito de excusas, retórica cruzada y tramposona, de espesor plúmbeo, que culpa de su presente crisis personal al maestro armero y que mucho suena a cobarde parche que igual sale ya un poco tarde para el grano que le está asomando, cosas del acné juvenil, Íñigo, majete.

Como muestra de lo que son esos iluminados de la señorita Pepis, esos indignados que nos iban a arreglar lo de la política. Vale.  

sábado, 19 de octubre de 2024

Cabooo...

 

¿Por dónde empiezo? Me lo estoy preguntando mientras subo la escalera, asegurándome siempre con el pasamanos, cautela de “señor mayor” que siempre te recordaba tuvieras, sobre todo cuando tus últimos tiempos me hacían verte de pronto frágil, inesperadamente indeciso de salud.

Vengo del Sanatorio, la bodega predilecta e histórica a la que nos llevaban, para estrenarnos, compañeros veteranos de la marina, iniciándonos -neófitos que éramos- en la más deleitosa tradición chiclanera. Eso era el año 70 del XX. Vivimos, cabo, tan ajenos al destino que nos aguarda, tan inocentes e impotentes de poder influir en él, de matizarle siquiera sus órdenes inapelables…

La parra cubre el cielo del patio de la bodega, retoñando con lealtad vegetal cada temporada; las dependencias laterales, o al fondo, cuidan el tesoro secreto y silencioso de los toneles en espera de años, décadas, siglos. Parezco aquí, ahora que pocos parroquianos en octubre, un islote excéntrico, cliente asiduo de décadas y variables gorras, pero orígenes y procedencia todavía (a pesar del tiempo y el menudeo de mis visitas) relativamente desconocido, indeterminado, nebuloso a la manera de algunos trazos o colores que elegían los impresionistas.

Y ya sé que es retórico decirte, pero me baila por el caletre cómo sería si (que sí, que nunca le ha sucedido a nadie) te dejases caer con alguna información acerca de lo que (tú ya, antes que yo, qué tontería esa de los cálculos inútiles, las previsiones estadísticas, menuda noria) has encontrado por ahí y me espera. En fin, te echo de menos, tío.           

martes, 15 de octubre de 2024

Con permiso

 

Desde la distante época en que viví en la Torre de Praga (Madrid) creo que nunca había osado repetir, por mi cuenta y riesgo, la fórmula de la alta cocina que los manuales suelen denominar “arroz blanco”.

Se me dirá con hartos motivos que no reviste especial dificultad esa receta; pero mi inseguridad como cocinero ha ido a más, acentuada por la duda, la reflexión cautelosa que nos añaden los años cumplidos, y cierto porcentaje de cómodo remoloneo que también admito se escudaba en castañas sacadas del fuego por resueltas y gentiles manos de cariñosa cercanía.

Y hoy, porque “me se” (el “plegablito” ha desistido de corregirme a la tercera vuelta) ocurrió que la fecha no por fuerza habría de rechazar esta suerte de homenaje simbólico, junté valentías y, leyendo varias veces apuntes históricos y manuscritos, me lancé al vacío.

Que no es como si un astronauta se viera en el trance de soltar su cordón umbilical con la nave (la del misterio, o así); y con todo, como las meigas, riesgos haylos.

Os dispensaré de los detalles, del éxito aceptable del experimento, de la vanagloriosa sensación de alquimista en funciones que reviste mi ánimo, por tantos avatares desorientado.

Que sea un feliz día, que dé permiso a este abrazo para llegar a su destino.          

lunes, 14 de octubre de 2024

Víspera

 

Mañana, martes, será innecesario

que la señal que dejaste en mi móvil

tenga que refrescarme la memoria.

 

Que, aunque frágil y poca,

del resto que me queda, voluntaria,

no te vas a borrar, sea como fuere

el destemplado fin de tanta historia.  

sábado, 12 de octubre de 2024

Despropósitos

 

Para sentirse, o para fingir que se creen, con cierta superioridad moral, nuestras sociedades -las más “progres”, sobre todo- han ido ablandando sus exigencias con los criminales, pobrecitos, es que nos da pena.

Así que descartadas la ley del talión por lo extremo de su rigor, la pena de muerte por su cruel irreversibilidad, y finalmente la cadena perpetua, que se ve que también iba a ser “demasiao” y los trabajos forzados, cómo se te ocurre, por muchos delitos que se le comprueben al delincuente y que la aritmética de la sentencia sume cientos o miles de años de encierro, se rebaja la decisión del tribunal o juez de turno y se acuerda un tope de +- 30 años fetén. De ahí, si procede, queda un repertorio de “beneficios penitenciarios” y ajustes por el estilo para que, con condiciones y requisitos, la libertad llegue antes de la fecha fijada y la cosa se sustancie con reinserción, que ya se verá, y un arrepentimiento que suele ser tirando a teatral y de conveniencias.

En resumen, que “los buenos” dicen que no quieren ponerse “al mismo nivel que los malos”, desestimando la incoherencia de usar distintos idiomas para una sola conversación.

Sin camuflaje que cuele y cuenten lo que cuenten, por un cambalache de estricto y arbitrario interés político (un canje de votos en almoneda), la mayoría vigente en nuestro peculiar Congreso ni siquiera habría necesitado del patinazo del P.P. y Vox (chapuza grandiosa), para servirnos un ejemplo reciente de estos despropósitos.

viernes, 11 de octubre de 2024

Sobremesa

 

-Vuestros renglones de ayer andaban decepcionados, Hipocampo.

-Me llegan tantas señales…

-Pero no me diréis que son algo nuevo.

-Claro, sólo que el ánimo dista de ser de acero inoxidable. Y la paciencia tampoco da mucho de sí.

-El país.

-Este nuestro. Lo he reiterado en ocasiones: la corrupción de los malos ejemplos es veneno del peor. Sobre lo que oxida las conciencias, luego es dificilísima la recuperación, el regreso a una vida cuyo porcentaje de mentiras y chapuzas sea el mínimo, y porque no habrá otro remedio, Dios nos hizo de barro. Pero esto…   Así que el país, este que tenemos, nos lo están echando a perder, unos y otros, con ir pudriendo las instituciones, las estructuras que necesitamos, con llevarnos al uso del cinismo como ingrediente social, con la gigantesca piscina de hipocresía en la que nos sentimos chapoteando… Somos una orquesta…

-Ya os conozco ese símil.

-…con directores funestos. Cualquier día, hasta los atriles se van a volar con el huracán.

-¿Vuesa Merced se dará a la bebida?

-¿Por quién me tomáis, caballero?      

jueves, 10 de octubre de 2024

A veces toca espigar

 

las palabras. Así que ¿veneración, simpatía, interiorización admirada de una historia, unos paisajes, unas costumbres? ¿Amor (pero a esa palabra, a esa idea hay que quitarles previamente el manoseo típico, la extendida trivialidad, el desgaste con el cual las malversamos) sin ambages?

Algunos todavía tenemos (ojalá -el ojalá de los árabes- que muchos tengan aún) ese sentimiento por España, que los renegados no saben lo que se pierden.

Pero para que no se defraude ese amor, también necesitamos otra manera de llevar las cosas: por supuesto que necesitamos muy otros gobernantes, que sean decentes y eficaces, no la morralla habitual. Y lo que está sobrando y estorbando mucho, por otra parte:

1/Las incontinencias y caprichos de una bragueta real.

2/Sus confidencias bocazas e imprudentes en el interrogatorio sonsacador y chantajista de una puta (ella misma se califica así) que, para ser “la más cara”, no era ni de lejos la lagartona más guapa.

3/La tapadera cómplice de presidentes, ministros, etc. aunque ya nos tememos que éstos no tendrán arreglo.

4/La prensa, la televisión y la radio, disimulonas o bajo presión, calladitas durante décadas.

5/ La escandalosa danza de millones (que la Hacienda Pública, claro, “tampoco veía”) malgastados …

En fin, que monarquía o república, lo que sea: pero sin golfos. Porque con este circo, con este sainete grotesco de ruindad y mezquinas vulgaridades, es muy difícil que el amor que decíamos permanezca, milagrosamente, intacto.       

martes, 8 de octubre de 2024

Quién lo diría

 

No soy aficionado a esa variedad del espectáculo que se conoce como “musical”; consecuentemente, muy poco a la zarzuela y a la ópera. El artificio de ese cine o teatro “cantado” me resulta incómodo y difícil de incorporar a la consentida ficción que se nos propone. Fueraparte de que los “libretos” suelen tener poca defensa.

Tampoco ando en ese asunto de las comprensivas “explicaciones” que la falsa piedad encuentra para disculpar a los delincuentes en general, fomentando el delirio de tergiversarlos en héroes de pedestal, paladines de la rebeldía y demás monsergas al uso.

Y de eso también va “Joker: folie à deux”, fino título.

Pero quizá porque hay pocas canciones que digerir, buenas, clásicas, de letristas acertadísimos; quizá porque Phoenix, actor hondo, “clava” el personaje; quizá porque le da cabal réplica esa loca divina que es Lady Gaga; y por la esencial, espantosa soledad que retrata el argumento y su naturalmente trágico desenlace, el “film” tiene escenas estremecedoras que llegan a empujar (quién lo diría) esas “furtivas lágrimas”.

También puede ser que “no esté la magdalena para tafetanes”.    

jueves, 3 de octubre de 2024

Consistencia de los calcetines "de deporte"

 

Siendo por la mayor parte sedentario en los hábitos, no es ello óbice para que en el guardarropa de Ud. figuren determinados adminículos o prendas de aquellos a los que alude el epígrafe de hoy.

Y termina poniéndose de relieve que aunque tales calcetines se caracterizan por su aceptable duración, en la sección que denominaremos “puntera”, con licencia que esperamos nos sea admitida, acontece un día la inauguración (por la diversa presión natural de los andares, o bien por la conducción de automóviles con motor de combustión y otros, o por un superior y no caprichoso desgaste, en suma) de ese boquete, ese orificio involuntario que familiarmente hay quien llama “tomate”.

 

De manera experimental existe una transacción para conjugar tal percance con relativo éxito: de antemano, previsoramente, conviene tener varios pares iguales; y así, con criterios de selección, Ud. puede “casar” una y otra unidad de diferente y fraterna procedencia.

El, permítasenos, “truco” puede extenderse a otra suerte de calcetines, por más que la alternativa, si fueren entre sí de distinto color o estampado, quizá le genere entre sus conocidos una cierta fama de anarquista.

Para desconocer las técnicas del zurcido, ¿se nos discutirá, siquiera en superficie, esta modestísima “imaginación, al poder”?

miércoles, 2 de octubre de 2024

El paso de las Termópilas

 

De las personas que lo conocieron algo, o que creían conocerlo, nadie lo habría propuesto (¿y con qué necesidad?) como un ejemplo de carácter valeroso, de ánimo audaz.

Ni a él mismo se le habría ocurrido pavonearse de semejante y arrogante y, en su caso personal, inexistente cualidad.

Mas por uno de esos giros del destino (twist of fate, gracias Dylan), el congelador le deparó algunas asignaturas pendientes.

Así que se fue atreviendo primero con los taruguetes de bacalao, con los lomos de merluza que podían prepararse a la plancha con un mínimo desdoro de los resultados y otro tanto de riesgo en el tratamiento.

Luego, durante semanas, y con aprensiva cautela, fue considerando la inevitabilidad de los langostinos/gambones.

Que, a lo largo de su ya dilatada vida, la generosidad cariñosa le hubiese evitado la lucha desigual contra el descascarilleo previo, no pasaba de ser una variedad de la suerte inmerecida, gratuita y fortuita, que siempre agradeció como tal.

Y un buen día, se decidió. Empezó temprano, en un horario general suyo que, desde fuera, podía parecer insólito, excéntrico o de cualquier color esdrújulo similar. Viérais los pormenores del prólogo: la bolsa precavida -para el almacenaje de los residuos- con la caja de cartón propia de los marineros animalitos a despojar de su armadura; el cálculo esotérico del período descongelante; la inmersión aterradora de los dedos (y, peor, las uñas) en las anfractuosidades insoslayables y por completo contrarias a sus escrúpulos de cocinero y comensal, rebelde a toda interpretación psiquiátrica y sus posibles tratamientos.

Con atención relativa, tenía tomada nota del método y los ingredientes: aceite de oliva virgen extra, ajo (que desde luego no sería otro que la variedad del triturado en bote, imagínate) guindilla (cayena) y sal a ojo. El recipiente: cazuela de barro, directa sobre el fuego, bandeja de madera para el aterrizaje y, muy a tener en cuenta, dos de esos cuadraditos de tela “gordita” (desconozco su preciso nombre) para atrapar la cazuela antedicha por sus “orejitas” laterales.

 

No os abrumaré con la zozobra, el desequilibrio hormonal que, es de temer, haya provocado el lance; con la subida de la bilirrubina, de la añadida hipertensión…

Los hipócritas declaran que “no le desean a su peor enemigo” según qué suplicios. Son tartufos de quienes la gente de bien debemos discrepar.  

lunes, 30 de septiembre de 2024

Si Goya levantara la cabeza...

 

Acaso no encontrara colores de suficiente contundencia para pintarnos lo que contemplamos en estos menguados días.

Y eso que, entre sus variadas habilidades, ya demostró en ciertos lienzos suyos cómo se retrata lo macabro, lo grotesco, lo infame, lo tenebroso, lo bárbaro y lo salvaje que, con tan desgraciada frecuencia, incluye el comportamiento de unos y otros, de unas y otras.

Hay corrupciones y corrupciones. Ya nos han ido llegando, y llevando al desengaño y la decepción, al escepticismo y la desconfianza, con lo que terminan quizá pagando justos (los pocos que aritméticamente cabe conceder) por pecadores, ralea abundantísima y que nunca se rinde. Pero me da que una de las peores, por lo menos señalada, porque la rutina del lenguaje la menciona algo menos, es la que implica el perverso y casi irremediable daño que inoculan los malos ejemplos, de cuya toxicidad, de cuyo contagio milagro es que alguien se salve.

Los asuntos que, con bochorno de las conciencias mínimamente decentes, están sucediendo -los todavía sin publicar y los que ya asomaron la oreja-, nos vapulean el residuo de flotabilidad que intentábamos pelearle al naufragio. Evidencia y mierda se han vuelto sinónimos, y parece que nadie se va librando de sus salpicaduras.

¿Tendrán redención posible esta basura de las conductas, este presente, para más inri, cutre, ordinario, estas canalladas en las que el más casposo morbo y el cotilleo hozan con fruición tanta?  

domingo, 22 de septiembre de 2024

Piedras para todos

 

Del Hipocampo, en la mera y absorta observación:

 

Como parece evidente que tiende al infinito el número de personas afectadas por la tontería global, para subrayar ese fenómeno y como una muestra más, entre miles, se ha elegido con frívolo y general acuerdo el término “influencer” para designar a la tropa de “espabilaos” que nos explican cómo vivir. (Sobre todo porque un “influidor” o un sencillo influyente sonaría catetísimo y de barata rusticidad ibérica, ¿verdad, borreguitos?)

Estos nuevos brujos de la tribu son gentecilla atrevida que, con más suerte que discutibles mérito y talento, van descubriendo grietas en el sentir desorientado y las ansias y frustraciones y aspiraciones que, con fundamento o sin él, caracterizan al personal, seguramente con naturaleza histórica pero que, en esta tensa época, se han visto multiplicadas por la inundación creciente de los telefonitos y el resto de la quincallería de moda.

Repentinamente poderosos, soberbios en sus reductos de privilegio, sin considerar siquiera -que eso sería mucho pedirles- las torres más altas (también efímeras, transitorias) que hayan caído, los “influencers” nos contemplan ¿como Napoleón a las pirámides?

Los más “listillos” se van escapando, tierra por medio, de ese obligatorio expolio fiscal al que nuestros políticos canallescos nos recomiendan someternos, en base a teóricas conveniencias sociales y a compromisos que a menudo los mismos políticos incumplen y falsean, cocinados en una salsa de hipocresía + desfachatez.

Y a los “influencers”, por este sálvese quien pueda, no disimulemos, ¿les vamos a tirar la primera piedra?

 

-¿Salomónico estás?

-¡Que va!

miércoles, 18 de septiembre de 2024

A mayor gloria

 

No es cosa de discutir ni negar a Stevie Wonder la popularidad, el éxito, la vena de autor de pegajosas canciones con tirón y -mucho menos- sus facultades como cantor.

La cordial adversativa (para gustos, los colores) es el empacho que pueden producir, precisamente, el acrobático ejercicio, la exhibición desmesurada de dichas facultades, gancho útil y algo facilón para granjearse enseguida la admirada, casi atónita adhesión del grueso del público, relativamente analítico.

Pero, por si este dictamen puede redimirse o mitigarse, ahí, a mayor gloria, surgen el extraordinario tratamiento y las magistrales improvisaciones que a “Isn’t she lovely” aplican, en el Festival de Jazz Nisville 2024, Serbia, the Great Guitars (Martin Taylor, Bireli Lagren y Ulf Wakening) que algún oportuno internauta, fino palabro, ha colgado en el “internete”, para solaz y esparcimiento de otros paladares.

Cualquiera diría, de estos musicazos, que su reino no es de este mundo, vaya.      

lunes, 16 de septiembre de 2024

El recurso de la toalla

 

Este calor que avanza y retrocede, que finge que iba a irse por esta temporada, o eso queríamos voluntariosamente quienes no nos llevamos bien con él; este veranillo del santo que sea, o del membrillo que toque, cuando toque…

Acodado en la mesa, “plegablito 2.0” alante, acabo de ducharme y como si nada (me rectifica la IA, sospechando de mi parte escasez de gramática, distracción negligente, no sé qué que por su cuenta ha discurrido, y tengo que volver atrás y hacerle tragar, por redicha y marisabidilla, que no está en todo lo que hay que estar, y que si no escribo “adelante” sino lo que escribo, es por elección iconoclasta, castiza, folclórica, lo que la maquinita obtusa y sapientísima no alcanzará jamás a percibir como matiz, es lo que tienen nuestros rudos automatismos contemporáneos). Que vale, que la humedad relativa del aire no colabora, ni tampoco el “pélinor”, más largo ya de lo que sería cómodo.

Recurro a guisa de alivio a la toalla que reposa en el cogote y pretende aminorar la sensación de sauna, y la neurona salvaje de turno me retrotrae a Cartagena de Indias, a las fechas que, acompañando a pintoresco cantor, anduvimos por allá, Carlos, Tomás, Julio, aterrizados en creciente sugestión de desconcierto, entornos desconocidos de empresarios hosteleros quizá teñidos de tapadera, haberes, que también se les dice emolumentos, incluso honorarios, de dudoso cobro, aunque todo, a la postre, se resolviera casi milagrosamente bien, hasta el último dólar, para nuestra inesperada sorpresa. Entre los jardines frondosos de vegetación exagerada propia de tales latitudes, solíamos salir al escenario con un aire remoto de boxeadores, toalla al cuello, y un encandilamiento impreciso de aventura y sirenas de piscina.

De ese trópico, que siempre es alucinante para la mente del Viejo Mundo, era yo, a la sazón, impertérrito mandarín de postales, y salió, a los años, la letra de “Rafa”, que en el álbum de 1985 evocaba al trovador, semiextraterrestre y vagoroso de rayas, que fuimos a acompañar.

Al menos, dos de los músicos citados ya se fueron; con el otro, he perdido el contacto, a pesar de que entonces me sugiriese las lecturas de Nietzsche, de lo que algo le quedo a deber.

Ni consigo creerme por completo las olas que han zarandeado estos huesos dolidos y, algo por encima, sellados de confusión y eclecticismo.  

sábado, 14 de septiembre de 2024

En lo que estamos

 

Aunque con insistencia (y tiempo y extraordinarios recursos) el Estado haya ido amoldándonos a los usos y efectos de la corrección política y sus hipocresías, el tema -como se dice- “se nos está yendo de las manos”.

Y con mayor frecuencia, el paisanaje va hablando de lo que  pensamos unos con otros, aunque muchos todavía remolonean en el disimulo porque está la moda del buenismo que es lo que mola, lo que queda bien: me refiero a lo de no tomarse la justicia por su mano que quizá es modo de hablar popular, también algo rústico, que mejoraría si dijésemos “por propia mano”, pongo por ejemplo. En todo caso, pasando de los detallitos sintácticos, prosódicos o los que sean, todo el mundo entiende la idea que, por cierto, no anda lejos del concepto de “defensa propia”.

Que sí, que la opción de vivir en la selva es peligrosa. Como también aspectos de vivir en nuestra sociedad presente tienen tela, telita, tela. Pero si el Estado (con la pasta gansa que, más por obligación que a satisfacción, cuesta financiarlo) pretende que nos sumemos con gustosa convicción a los postulados vigentes, tendrá que defendernos él, y hacerlo bien y sin tardanzas impresentables, tendrá que garantizar un funcionamiento que, por desgracia, está a años luz de la realidad. Ojo, políticos, ya vale de chuleo.

 

Con criterios cuya liviandad y ocasional frivolidad no parecen tener justificación bastante, se vienen redactando y poniendo en marcha las que llaman leyes garantistas, con derivadas, con agujeros de imprevisión, con imprudencias que terminan facilitando el crecimiento del número de delincuentes de todo jaez y además, demasiadas veces, la casi impunidad de los reincidentes, cosa inaudita que rebaja y/o anula el respeto debido. Conque estamos en el más desorden y más abuso.

Urge revisar el código penal, no tanto para la boba simpatía populista sino para la eficacia. Porque la policía hace lo que puede y normalmente los jueces, aquello con lo que se encuentran; y no se trata solamente de poco presupuesto y pocos medios.

Cuando no, el sentido -el sentir- común de los millones de pacientes afectados, fijo que se desbordará. Que no se pongan moños los suavones ni los meapilas, por más que no sean los tiempos de Fuenteovejuna.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Radicalidad de las decisiones

 

En el acelerón volcánico de la estampida, raras e inesperables habrían sido la memoria, la concentración y las ganas de restablecer en su correspondiente lugar la desplazada balda -que otros dirán estantería- del mueble para zapatos, made in Ikea, cuyo blanco, “azulejo de baño”, rutila en el porche.

Deudor de mis melancolías, y más aún, parsimonioso y en ocasiones irresoluto, hasta hoy no me planteé el brote (que no oso calificar de psicótico) necesario para acometer el trance de “bricolage” que su retorno al, vale que elemental, emplazamiento original comportaba.

Miré al soslayo, requerí la espada metafórica de un destornillador de estrella y, pertrechado de las convenientes gafas “de cerca”, me medí con la aventura como si caballero de la Tabla Redonda hubiese sido admitido, tras velar armas, por el mismísimo Rey Arturo.

¿Me creeréis si añado, sin afectación de heroísmo, que, ya metido en harina de incluyente costal, afirmé el pomito (no sé si debo llamarlo así, malhaya la cursilería) de la tapa de la cafetera que andaba medio flojete y que se prestó a someterse con la misma herramienta, con la docilidad que se les ve a los ministrillos del Sánchez ese?       

miércoles, 11 de septiembre de 2024

La sima

 

Donald y la Harris se vieron las caras en el pulso que por televisión se han echado, para que el personal vaya decidiendo quién se llevará el gato correspondiente al agua en los USA.

Con más apasionamiento que conocimiento, los profusos papagayos que nos explican el mundo desde las tertulias, han ido exponiendo sus pareceres, variados de color, escorados del lado que cada uno adopta, con trastienda de intereses, ideologías o memez básica y coyuntural.

Una sima se ha abierto entre ellos que no parecen tener en cuenta lo arduo de la cuestión que suscita tales desacuerdos; ni que, por el momento, muy en ella (a la sima me refiero, Saramago) estén reparando:

¿Dónde se va a colocar, ya que no el ortográfico, el acento fonético que definirá sin ambages ese nombre exótico, esa nueva era que nos propone Kamala o Kámala, que divide a los opinadores y retrasa un consenso en cuyo compromiso no haya más remedio que implicarse y con el que sentirse concernidos, vinculados sin excusa posible?

¿Y cómo dejarse en cambio engatusar por la controversia de un acento andaluz (ceceante o seseante que ello sea) con el que acusan a Doña Esperanza de mofarse, lejos de toda caridad cristiana, del imposible trampantojo falsario con el que la Montero quiere, insolente cum laude, que nos traguemos esa perla con la que jamás habría soñado ni la Shell Company?

 

Sutiles laberintos, titubeos abstrusos que andan desvelando el sueño, ya de por sí discontinuo y fugaz, del Hipocampo quien, con ilusa determinación, solía defender la indispensable diferenciación entre un sólo y otro solo.                   

martes, 10 de septiembre de 2024

"Pelis" de timadores

 

Ni mi declarada y acérrima afición al cine me ponía a salvo de la tentación de levantarme del asiento y abandonar la sala.

Que mi condición de sufrido espectador me haya hecho resistir hasta el final no hace menos imperdonable este disparate de carnaval grotesco y desaforado que resulta ser “Bitelchus”, y que tiene toda la pinta de haber derrochado un importante dineral en trucos, reparto de figurones, etc.

A Tim Burton le gustan las cosas raras, si tenemos en cuenta algunos de sus antecedentes. Pero es imposible descifrar con qué propósito se están fabricando estas costosísimas tomaduras de pelo que, a la postre, terminarán por volvernos cautelosos hasta los extremos más disuasorios y desconfiar de (ya lo hemos apuntado en estas líneas) lo que nos espera.

No valdrá la hipocresía con que presuntos entendidos quieran darle a estos bodrios el fuste del que carecen, el diploma apócrifo de vanguardias del divertimento y demás etiquetas ocurrentes y pasotas: ni pies ni cabeza.           

jueves, 5 de septiembre de 2024

Pozo sin fondo

 

El chantajista (o el extorsionador, no habrá demasiada diferencia) es, por naturaleza, insaciable. Y no descansa nunca. Perro, con ribetes él mismo de lo mismo, bien lo sabe. Lo sabe cualquiera.

Así que andamos espectadores -se ve que impotentes- del jueguecito entre este figura y los otros del separatismo, compitiendo por hacerse recíprocamente las mejores trampas. Indispensables en el compartido saqueo y para sostener esas infames alianzas, con hipócrita o ya creciente, descarado cinismo, se han falsificado verdades, se han remendado y enmierdado las leyes, o se han fabricado otras, se derrocha y malversa nuestro dinero, se firman compromisos escandalosos de favoritismo; y cuando, lógico revuelo general, se medio insinúa posterior “café para todos” (que será otra subida criminal de impuestos), ni siquiera falta uno de los frescos de ese barrio, proclamando en reciente entrevista que “de eso, nada”, que el café ha de ser sólo para ellos o tampoco quedarán contentos.

-Y eso, ¿por qué?

-Porque pretenden hacernos creer que son más altos y más guapos, pero ni ellos se lo creen.

-¿Más chulos?

-Eso puede ser.

Admirable, cuentan que solía exclamar, a modo de latiguillo, Rubén Darío.

 

Para apuntalar la red, el jefe defenestra, corta alguna cabeza que le empieza a estorbar y/o recompensa a los más dóciles de sus esbirros con suculentos “enchufes” de los gordos. Y ha adelantado la reunión de su rebaño, con mañas de pastor que fulminará al mínimo disidente que asome la oreja; llamando a esa tiranía “alinear el partido”.

Y eso es nada: océano por medio, su referente ejemplar venezolano ha adelantado la Navidad, que eso sí que mola.

Piénsenlo un poquito, no son opciones decentes permanecer en silencio, desentenderse, mirar hacia otro lado.

Nada hay tan inverosímil como el mundo que quieren imponernos como única realidad posible: este pozo en cuyo sin fondo se acumula la miseria.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Otra vuelta de tuerca

 

Cuando hay poco donde elegir, no queda otra que exponerse, llevado de la afición obstinada: sobreponer el ánimo y acometer, con riesgo probable, algún ejemplo de la oferta menesterosa y, martes tras martes, meterse en la camisa de once varas que viene siendo el cine de este, y no sólo, 2024, Anno Domini.

Y por ese camino, el espectador se va encontrando con “pelis” que, aparte de su profesional factura, lo dejan en un desconsolado desconcierto. Porque ¿qué guiones son, qué argumentos son estos de ahora, recargados de presuntuosos símbolos, de insinuaciones siniestritas, de sangrientas (y decíamos de Quentin, vaya) fantasías porque sí, artificiales sobresaltos y aun ésos, en el vacío?

Dos muestras de ese afán por lo tortuoso parecen ser “Parpadea dos veces” y “El cuervo”, a cuyas respectivas proyecciones sólo mi aventurera temeridad me ha animado a asistir, y de las cuales se sale con cara de qué hago aquí o cara de qué está pasando. La condición impenitente y duramente puesta a prueba de los espectadores va desconfiando de este que fue séptimo arte y que va y viene desbarrancándose por cuentos no tan chinos como presuntamente residuales o acaso teñidos en exceso de los “nuevos modos” que derivan del caos sembrado por videojuegos, teléfonos móviles, la IA y demás coreografías, discutibles de nobleza, ajenas a la directa sencillez de, sin ir más lejos -ni menos- el buen hacer de un Eastwood/Malpaso cualquiera.

 

-¿Y qué me dices de Avalos, Oscar Puente y los otros angelitos?

-De cine, tú.