viernes, 18 de abril de 2025

Casi liturgia para un Viernes Santo

 

Que una cosa son las buenas intenciones y otra, diferente, el conocimiento.

Así que cuando ella se resiente porque las contracturas, la escápula, todo ese repertorio que ocasionalmente puede incluir las cervicales (“verticales” las llaman ambos, en broma y por afán de jugar con las palabras), etc. dan alguna lata y a él se le ocurre colaborar como aprendiz no de brujo sino de masajista, siempre lo advierte: que actúa al buen tuntún (que igual debería escribirse Túm-túm, por más que nada o poco tenga de resonancia a rito de tribu selvática); que no sabe calcular con precisión las superficies a tratar ni la intensidad de la presión ejercida; que, en suma, viene siendo un terapeuta temerario, aunque voluntariosamente esmerado…

Con todo, las sesiones de estos esporádicos auxilios menores se diría que algo hacen por la momentánea mejoría; que aun en retirada más o menos honrosa, las manos de quien fuera músico alguna influencia positiva deben agradecerle a Santa Cecilia, patrona del gremio. Y, claro, también está (eso, siempre) el cariñísimo.

No faltaría más.     

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