viernes, 25 de abril de 2025

C.C.

 

Nueva, de nuevo, magna convocatoria: una oleada, un enjambre gigantesco y enérgico, ilusionado de aventura, sugerente de nostalgias de las novelas fantásticas de caballerías… Por algo (enfundados en características vestes, a lomos de sus máquinas intrépidas y audaces, coronados del yelmo protector, máxima  alusión estética a retóricas bizarrías), aquí llegan, maduros o alevines, serenos o altivos, implicados todos, concernidos por la compartida querencia en una casi hermandad de bucaneros, cofradía de raptados gozosos por una dilecta y absorbente adicción a las carreteras y la velocidad; o con la ritual parsimonia majestuosa y sobradora de los viejos moteros que tampoco -se diría-, que nunca mueren…

Jerez y el Puerto, Conil, Chiclana, Barbate, toda la comarca es otra vez la manifestación brillante, entusiasmada, vital de esa heráldica de motores y gasolina.

Que la contaminación más grave y más perversa no es precisamente la que el Gran Premio suponga: son otros, los ladinos, los hipócritas, los solapados, los verdaderos productores, los malotes que desencadenan la más grande suciedad. Ya vale de cuentos chinos.    

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