Cuando
observamos cómo andaban paseándose con tan singular desparpajo, o bien con
actitud de procesión litúrgica, de rito insolente, en fila india de indios
americanos del norte/USA (esta tontuna nos viene de las “pelis”), cundieron
repentina alarma y movilización, zozobra y acciones ad hoc, toque de carga inmediata y otras decisiones cuyo
apresuramiento estaba plenamente justificado por la urgencia del caso.
Y es que,
estupenda que es Cádiz, no obstante en diversas ocasiones nos hemos planteado
(a guisa de ensoñación futura, de propósito a realizar en la siguiente
reencarnación) la resuelta, y si se quiere, aventurada, opción de vivir en
Islandia.
-¿O en el pueblecito noruego ese que aquí ya se ha
citado?
Allá donde el clima frío, o con ello contamos,
es la panacea definitiva que excluirá por completo esta obstinación, esta
pesadilla con la que, entre otras vicisitudes, se ha estrenado este verano,
este junio que viene de calor, turismo insensato, inmisericordes carestías,
política -como siempre- cochambrosa y, por si algo faltaba, esta visita
invasora y molestísima que nos hacían las hormigas.
La brigada de
exterminio, el operativo correspondiente, la utilización profusa y adecuada del
eficaz material de combate y defensa han ido surtiendo efecto ejemplar en sus
resultados y en lo breve de un tiempo que merece nuestro aplauso y reconocimientos.
Algo
recuperados, procedemos a calmar desasosiego tanto, con la fórmula magistral de
Maritere, en su cumpleaños: sorbete de cava y helado de limón. ¡SALUD!
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