Nadie parece
discutir el liderazgo que Brian Wilson representaba dentro de los Beach Boys;
aunque tanta voz bien timbrada que todos tuvieron pudiese sembrar alguna duda, algo
de confusión.
Desde luego
era un grupo que elaboraba la filigrana virtuosa de sus canciones con vistosos
contrapuntos y armonías notables. Ese fue su “sello de la casa”. Otro cantar (vaya,
claro) es que formaciones como The Byrds pudieron mejorar la apuesta vocal (y
no sólo eso) con resonancias de liturgia sacra y a salvo de la limpieza
inocente que quizá lastraba a los chicos de la playa.
Brian ha
muerto recientemente. Y a la hora de valorar su importancia -o de
sobrevalorarla-, el escollo principal es que, como a tantos otros, le tocó
brillar bajo la luz todopoderosa de Lennon & Company, que existieron muy
por encima de cualquier amago de competencia que los “bienintencionados” o los
ingenuos hayan pretendido establecer.
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