es lo que se
ha perpetrado contra la Macarena.
Ejemplo
principalísimo de la imaginería sacra, siglos de arte y de historia, veneración
sin límites, magnetismo indiscutible entre generaciones de propios y extraños…
Todo ello se
ha puesto en riesgo con ligereza, con inseguro sentido de la oportunidad y la
necesidad, y en manos de quien o quienes (por lo menos en esta ocasión) se han
demostrado incompetentes, torpes y para nada “especialistas” de lo que cabría
exigir.
De
negligencias y de ignorancias, ambas impertinentes, estamos surtidos por
desgracia en nuestros tiempos. En este caso tampoco han faltado los distantes,
los áticos de la estúpida superioridad que han tratado la noticia como “cosas de sevillanos”, interpretación que
ya evidencia ese embotamiento mental y esa cojera sensible de los “ilustrados”
de la tecnología y la IA, que están confundiendo el arte auténtico y la fineza
con las facilidades vulgares y el enrasamiento que los infantiliza. Y que
serán, acaso inconscientes, las mayores y más merecedoras víctimas de sus
desprecios.
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