Convencer a
un caballo (o a una yegua: en esto no parece haber distingos, ni cuotas, ni
brecha salarial) para que salte una serie de obstáculos de diverso aspecto,
tamaño y composición, procurando no tropezar ni derribar sus elementos
estructurales, debe ser una tarea difícil que de seguro requiere entrenamientos
sostenidos y exigentes y una relación de confianza entre los animales y sus
jinetes o caballistas correspondientes, mozos o mozas que éstos sean; y
participantes por distintos países.
Esto es lo
que andan transmitiendo por una “tele”, en Monteenmedio de Vejer de la Frontera
para el Gran Premio de Andalucía, en un sitio tan andaluz que no han tenido más
remedio que bautizarlo Sunshine Tour. Supongo que el certamen habrá ocurrido
otro día, nada que ver con temporalón de viento loco y aguaceros abundantes que
hoy tenemos. Algo “diferido” que
decía la Cospedal.
-A la Cospedal, precursora de trajes blancos en
política, luego la van copiando algunas rojillas de las de ahora, en clara
deserción de sus históricos atuendos de barricada y protesta.
-Que sí, y que tenía un apellido como de fármaco.
Pero déjame seguir. La prueba hípica que comentamos tiene una vistosidad y un
interés que el público asistente, repartido con aparente liberalidad por las
gradas, celebra con relajados y desperdigados aplausos…
-¿Diríase que un punto de sólo moderado fervor, de
desapasionamiento algo clasista?
-O que son aficionados tranquilos, muy lejos de la
horda “hooliganesca”.
-¿Y?
-Que al Hipocampo, lo que más la ha gustado son
las palmaditas de gratitud y recompensa que los “jockeys” (¡¿you too?!) aplican
en el cuello de sus corceles, cuando, a examen pasado, todo ha ido bien, con
sobresaliente, matrícula de honor, etc.
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