domingo, 9 de marzo de 2025

Una aventura hípica

 

Convencer a un caballo (o a una yegua: en esto no parece haber distingos, ni cuotas, ni brecha salarial) para que salte una serie de obstáculos de diverso aspecto, tamaño y composición, procurando no tropezar ni derribar sus elementos estructurales, debe ser una tarea difícil que de seguro requiere entrenamientos sostenidos y exigentes y una relación de confianza entre los animales y sus jinetes o caballistas correspondientes, mozos o mozas que éstos sean; y participantes por distintos países.

Esto es lo que andan transmitiendo por una “tele”, en Monteenmedio de Vejer de la Frontera para el Gran Premio de Andalucía, en un sitio tan andaluz que no han tenido más remedio que bautizarlo Sunshine Tour. Supongo que el certamen habrá ocurrido otro día, nada que ver con temporalón de viento loco y aguaceros abundantes que hoy tenemos. Algo “diferido” que decía la Cospedal.

-A la Cospedal, precursora de trajes blancos en política, luego la van copiando algunas rojillas de las de ahora, en clara deserción de sus históricos atuendos de barricada y protesta.

-Que sí, y que tenía un apellido como de fármaco. Pero déjame seguir. La prueba hípica que comentamos tiene una vistosidad y un interés que el público asistente, repartido con aparente liberalidad por las gradas, celebra con relajados y desperdigados aplausos…

-¿Diríase que un punto de sólo moderado fervor, de desapasionamiento algo clasista?

-O que son aficionados tranquilos, muy lejos de la horda “hooliganesca”.

-¿Y?

-Que al Hipocampo, lo que más la ha gustado son las palmaditas de gratitud y recompensa que los “jockeys” (¡¿you too?!) aplican en el cuello de sus corceles, cuando, a examen pasado, todo ha ido bien, con sobresaliente, matrícula de honor, etc.  

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