miércoles, 12 de marzo de 2025

Corresponsal de guerra

 

El itinerario, la escala recorrida por Kate Winslet consta de numerosos e importantes peldaños.

Mucho ha llovido desde que se dejaba pintar por DiCaprio en aquella memorable versión del hundimiento del Titanic, hecho histórico que continúa ejerciendo grandísima fascinación y una como nostalgia melancólica irremediable. La lozanía del personaje joven que ahí interpretó ha llegado, tras sucesivas “pelis”, tras vicisitudes personales y profesionales, a cuajar en una interesantísima actriz que encarna de preferencia papeles con molla dramática, de mujer con un temperamento independiente, valeroso y capaz de grandes envites. Y sin perder un ápice de su magnética seriedad y su atractivo, muy poco al uso, por cierto.         

Encargándose, para la ficción, de Lee Miller, a la sazón en los cines, vuelve a reafirmarse como una excepcional intérprete poseedora de un carácter y unas dotes muy por encima de lo corriente, de una manera, también personalísima, de lucir una madurez y hechuras clásicas que no habrá quien las ose poner en cuestión. Lo demuestra al pasar de una vida placentera, festiva y despreocupada (en el guion) al compromiso intrépido con su pasión de reportera de guerra que antepone al riesgo y al horror un impulso irrenunciable en el que vocación y profesión van unidas. Esta Kate sí que sabe.

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