viernes, 21 de marzo de 2025

Una insólita energía

 

Casi 20 años viviendo, durmiendo a tu lado, como quien dice.

Desde aquella atalaya de metáfora que tuve en la Torre se podían contemplar los avances de la construcción, “aromados” por la brisa de matadero de Legazpi. Cuando la terminaron, cuando, al menos, fueron acabando la parte que desde casa yo observaba, esa M·30 le daba un aire cosmopolita a tu discurso, a tu fluir, tan modesto de suyo que ya en el Siglo de Oro te había llamado Quevedo “aprendiz de río”, con unas rimas de incorporación condescendiente y de burlas acaso más tiernas de lo que reflejaban.

Tanto encanto te veíamos en mis años que hasta te pusieron patos y peces, una vez. Puente de Praga, otro puente -el de Toledo- y más allá el campo de fútbol del Atleti, con la fábrica de Mahou y sus fumaradas blancas al lado. Y sí, alguna tormenta, y de las espectaculares, de las oportunas (que todos los asistentes íbamos a archivar como un símbolo, para el recuerdo) cayó mientras los Stones hacían de las suyas, a primeros de los 80.

A esta crecida que llevas ahora (nadie te vio así entonces) la achacan al cambio climático, del que vendría a ser una de sus muchas apocalípticas consecuencias; si es o no otra mentira de las miles que nos largan a diario, quién sabe.

Por ahora, con un susto, sin llegar a desbordarte, que le des a mi ex -vecindario ya estará bien. Que con esta edad me queda mejor conservarte, sosegados ambos, en esta memoria, Manzanares.      

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