domingo, 6 de febrero de 2022

O tempora o mores

 

Claro es que la estética ha cambiado mucho desde que Vino Tinto cantaba “Habla, pueblo”.

Pero, al margen de las uñas, parece bastante indiscutible el talento de “la” Rosalía.

Como poco, hay que concederle el afán desmedido por la experimentación que anda exhibiendo. De un tema al siguiente, las incursiones que su repertorio muestra se balancean con extraordinario eclecticismo entre estilos de música diversos y, si pudiera decirse así, casi contradictorios.

Y aunque su frecuentación de elementos exóticos de la aparente vanguardia industrial del espectáculo sea parte en sus incansables evoluciones y en sus contagios, no dejan de ser determinantes su capacidad para incluir en cada tentativa un cierto sello de la su casa, una evidente curiosidad y un empuje que, ni a su nivel, es fácil encontrar.

Vistosísima de “videoclips”, que es epidemia arrasadora y maxiescaparate inexcusable de nuestros días, la temática puede incluir apuñalamiento alevoso (La Fama) o desfile de motociclistas de diseño (Motomami/Saoko). Que la violentación del fraseo y lo sincopado del estilo nos obliguen a indagar por el internete el texto abstruso que enderezan, o retuercen, esas canciones, no es óbice para admitirnos algo asombrados, que ya es decir a estas alturas.

Por cierto: en ese mundo de acrobacias moteras, a los “caballitos” ejecutados por chicas (¡Santiago y cierra España!), ¿debemos empezar a llamarlos “yegüitas”?

No hay comentarios:

Publicar un comentario