miércoles, 16 de febrero de 2022

El as del bricolaje

 

Afirmar que también son escasos mis conocimientos relativos a la “fontanería aplicada para jardines” es una misericordiosa mezcla de metáfora, circunloquio y eufemismo poco realista.

Esta y otras mañanas, para suplir la lluvia que no llega, reanudo el riego más o menos periódico del gramón y los arriates. A tal efecto, dispongo de una manguera algo menos veterana que los años de mi vivir aquí que, tiempo atrás, ya incorporó dos reparaciones sobre sendas fugas.

Era yo a la sazón feligrés decidido de Baco y ello me aventuraba a la valentía de soluciones casi profesionales que consistieron en piezas de empalme a rosca que la ferretería, hoy extinta, de la zona me proporcionaba previo pago. No descarto que aquí ya se haya comentado un episodio en esa línea.

Y cuando ahora, que la mayor edad y la condición neoabstemia arrinconan mis atrevimientos, he optado por frenar dos recientes puntos en los que el agua indebidamente brotaba, disponiendo, a guisa de vendas, de secciones de cinta hasta cierto punto adhesiva, compruebo la presentida ineficacia del recurso.

-Te está quedando largo el párrafo.

-Lo sé; ¿qué te crees, que no me doy cuenta?

 

Con alarde imaginativo concluyo permitiendo que las todavía pequeñas fuentecillas o surtidores resultantes permanezcan haciendo las veces de aspersores automáticos, espontáneos, complementarios.

En la “urba” se rumorea que soy el as del bricolaje, aunque creo percibir un deslizante matiz de ironía, que no alcanza a velar una inapelable desautorización de mi arte.    

2 comentarios:

  1. Desde luego que Vuesa Merced es atrevida. ¿Aún insiste en ejecutar esos plebeyos trabajos que se realizan con las manos? Pues nada, a seguir con la manía hasta que, como a Pionono, los vecinos os prohíban hacer NADA tras conseguir un corte general de agua cuando intentó cambiar un tirador de cisterna

    ResponderEliminar
  2. ¡Vaya dos patas pa un banco! Jajaja �� ��

    ResponderEliminar