martes, 1 de febrero de 2022

A propósito de dos palabras deslizadas en la reseña precedente

 

A los predios de nuestra redacción, otras veces acuario, llegan señales que, por su procedencia algo dispar, nos causan regocijado asombro.

Cuando pensábamos que los aficionados a la sonoridad y propiedad de los términos eran una especie en extinción, dos muestras acaso deslumbrantes, nos hacen desconfiar de tal aserto.

La primera de ellas, la firma un espectador del programa de televisión “Jugones”, que se ve que en un esporádico desvío, aunque no tanto, de su condición forofa a ultranza, hace constar su sospecha de que el entrecomillado “hipocampista” resonar pretenda con populismo indecoroso a “centrocampista”, que es de muy tradicional uso en la literatura del “football”.

La segunda también nos achaca una intención comodona y facilona al emplear “hipocamperas”, que presuntamente querría arrimarse a la prestigiosa actividad que en Valverde del Camino nos ofrece el paradigma prodigioso de la bota de montar, arquetipo cuya fama por todo el orbe se extiende.

 

Provenientes de tan lejanos y singulares ámbitos de la interpretación y la casuística, estos dos comunicantes evidencian con sus comentarios una inesperada aunque recelosa atención y una delicadeza que debieran resarcirnos, siquiera sea de modo transitorio, de la dolosa losa a solas de soledad que posa sobre nuestros desiguales quehaceres el vicio de andar escribiendo lo que  nos importa y lo que no, fíjate lo que te digo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario