sábado, 26 de febrero de 2022

A la muerte de Gary Brooker

 

En aquellos años, que ahora vamos creyendo irrepetibles por la belleza y abundancia que mantenía a la música joven en estado de gracia, todavía fue grande el impacto que nos causó la blanca palidez de Procol Harum.

El texto de la canción ofrecía un misterio de palabras bien escritas, sugerentes de interpretación de varia lectura; la voz (recientemente silenciada) del cantante era cabal en timbre, en matices de sobriedad deliberada, como hecha de encargo para aquella línea melódica que nos entraba como una carga de profundidad, como una semilla de nostalgias de efecto inmediato y, luego se vería, ineludible en el tiempo. Y envolviéndolo todo, aquel sabio acierto de beber en las fuentes sagradas de Bach, que hizo del memorable acompañamiento de órgano una hermosa vestidura inesperada y admirable, concediendo a la canción el mágico poder que sella su vigencia.

 

-Y entonces, lo de ahora…

-Un timo de niñatos.  

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