viernes, 12 de agosto de 2022

Lo que nos pone a prueba

 

Cuando a través del teléfono y la distancia es imposible no conmoverse y no salir llorando, quebrada la voz, a uno y otro lado de la línea…

Era ella (tampoco vale ponerse a exagerar) la persona sencillamente estupenda, con su encanto, su carácter amable, su madurez creciente, hoy todo ensombrecido; su luz, en una injustísima extinción de “fade away”.

“Su santo”, como los exigentes trances del presente ponen de relieve, es una mezcla de nobleza y, ahora, abnegada entrega. Un tipo que, sin ser el único, porque los héroes discretos de la vida cotidiana no han desaparecido, cumplió y cumple con lo que toca, sin alardes: con valerosa y firme responsabilidad.

(Seguro que ambos merecen más laureles de los que estas prosaicas notas conceden.)

Ahí anda, luchando. Le he dicho que sólo tengo tristeza y ternura para compartir esa tremenda prueba.

Luego, malamente, tra, tra, a trompicones, hemos colgado nuestros móviles.

1 comentario:

  1. Gracias Maestro, esas ternuras y tristezas compartidas son las que permiten la entereza. Tremendo abrazo.

    ResponderEliminar