lunes, 21 de marzo de 2022

Santa Bárbara y la tormenta

 

Creyéndose inventores y detentadores de la única forma de vida existente, los urbanitas se asustan al pensar que puedan encontrar vacíos los supermercados, desprovistos de los artículos habituales, cotidianos.

Esas cosas que suelen estar disponibles porque…

¿Quién las produce? ¿Quién las trabaja? ¿Quién las transporta y las pone a nuestro alcance, cómodo y bastante desentendido?

Esto es lo de Santa Bárbara y los truenos. Porque no escarmentamos. Y urgen soluciones.

Hay que remunerar decentemente a esos trabajadores. Por lo mismo hay que TAMBIÉN impedir el chuleo de las cadenas de intermediarios que parasitariamente especulan de modo mafioso, para que el eslabón final de los consumidores no pague, como siempre, los carísimos platos rotos, los precios que se inflan a tope.

Hay que resolver la locura de la luz eléctrica, la gasolina, etc. ¿O qué?

 

Ruina segura, provisionalmente diferida a base de gigantesco despilfarro del dinero público en administración fullera y subvenciones/sobornos para mantener apoyos y acallar discrepancias, a España la vuelven un país de cobardes que, cada vez más, aspiran a llegar a funcionarios: en su ceguera, en su pan para hoy, etc. no quieren ni plantearse el fracaso garantizado de semejante enfoque, nada sostenible si los VERDADEROS PRODUCTORES DE BIENES desaparecieran por completo. Si no quedasen, para tirar del carro, esos emprendedores valientes que son, por ejemplo, los agricultores, los ganaderos, la gente del campo y de la mar, todos los que ahora ya no aguantan más.

Si estos transportistas fueran sólo una minoría…

Rebozados en mayoritaria mierda, nuestros ministros, soberbios, embusteros, no dimiten. Son ejemplares funcionarios que no quieren perder el sueldo.

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