domingo, 23 de octubre de 2022

¿Qué pasa en el Congo?

 

Prefiero imaginar que los “timbres de gloria” que te avalan para merecer el “cargo”, más tienen de nepotismo y de simonía que de sodomía: que de ésta ya debe andar sobrado tu particular patio de Monipodio.

“Enchufada” titular en el excrecente e insólito ministerio de igualdad (que te da igual), Montero, Irene, escalas impávida los peldaños de despropósitos que calificas de urgentes y en los cuales dilapidas enloquecidos lotes del presupuesto que te han asignado en pago de tus complicidades y apoyos más serviciales.

Con estilo de neoanarquista rojeras, es decir, disolvente, vas de titiritera y empecinada en sacar adelante extrañas leyes de impredecibles y temerarias lecturas, defendiéndolas como las más indispensables del mundo mundial, y que por supuesto nunca tienen que ver con, por ejemplo, la falta de uniformes y material que están escandalosamente necesitando en la Guardia Civil de Carreteras.

En tu personal letanía de ocurrencias, no descartamos sucesivas leyes de diseño espectacular, mediante las cuales lleguemos a niveles de aceptación y “modernez” que incluyan (ya desde la enseñanza en la escuela) la comprensión elástica y tolerante del bestialismo, cuyos más artísticos antecedentes seguro que conoces de tus estudios sobre mitología; la necrofilia por la que tanto Poe como Baudelaire mostraron afición en páginas que habrás frecuentado; y el incesto, inspiradora alternativa dinástica que los faraones cultivaron en Egipto y al que acaso, un día, no te sientas ajena.

La difusión masiva y “evolucionada” de su puesta en práctica en los diferentes estratos de esa sociedad que sueñas y predicas tú con otros “reformadores”, ¿recibirán próximamente el amparo entusiasmado de tus nuevas  incluyentes, incluyentOs, incluyentAs normativas?     

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