sábado, 8 de octubre de 2022

Los hunos y las otras

 

Con toda seguridad, contamos con un extenso catálogo de asuntos más graves; sólo que éste viene resaltado porque su carácter “pintoresco” era carne de cañón propicia para la difusión en Internete y para el típico escandalito subsiguiente de los políticos hipocritones y oportunistas que tan de moda están.

 

El espectáculo: tras la arenga de los berridos soeces, tuvo lugar el efectista encendido simultáneo, la apertura unánime y coreográfica de las ventanas. La fachada del edificio era una fiesta -sin París y sin Hemingway- que multiplicaba la intención de lo que dicen es “tradicional” y que curiosamente recibe un beneplácito generalizado entre las afectadas y destinatarias.

Vaya, que la igualdad (de la que tanto se habla y que tan gran trozo se come de la tarta presupuestal) viene siendo este acuerdo esperpéntico entre ambas bandas de gamberros.

 

La sociedad no mejora gran cosa. Por supuesto que todo cambia y, por ejemplo, hoy nadie escribe cartas y mucho menos en aquellos papel de liviano peso y sobres con ribetes de color azul y rojo y “par avion” que puede que alguien recuerde en este instante (tras años de olvido) en que, a traición y colación, los trae el Hipocampo en el “blog”. Por otra parte, la facultad de expresión oral y el vocabulario de las generaciones recientes (mozos y mozas, chicos y chicas) son cada vez más pobres y en cambio más abundantes en groserías, palabrotas, tacos, como se quiera llamar a esa casi coprolalia plebeya de vocación, a ese “lenguaje de arrieros”, dicho sea sin ánimo de ofender al posible “colectivo” que quede todavía.

Lo que se entendía por educación anda a la deriva. Y el concepto, el respeto y el principio de autoridad, tan menoscabados, desacreditados y objeto de burlas que (cuando se ata las manos incluso a la policía y a los jueces, con marcianas disposiciones disolventes, paranoicas de la “proporcionalidad” en el control) es ridículo pedir contundencia en los gestores de un centro docente, a la hora de sancionar, ni mucho ni poco, las conductas de Atila y los hunos y las otras.    

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