domingo, 25 de octubre de 2020

El Zar y su correo

 

En esencia no es tanto si la torre

es de marfil o de metacrilato.

 

Si te rodea ese silencio ingrato

al que la soledad de alguna página

unió tu inverosímil califato,

don’t give up, no te rindas:

es la bruma que pasa

(una desidia haciendo tabla rasa,

una tarta sin guinda,

la perdida inocencia sin retorno,

los arrepentimientos y el bochorno

de las cosas mal hechas)

para que los precarios equilibrios

se vayan deshojando en el vacío

desierto que corrigen las arenas;

casuales manchas en la cartulina

de la ya histórica “ruin rutina”

o la sombra pugnaz de la mentira

en la que la ficción siempre se inspira.

 

El faro del guardián

y el islote del náufrago,

¿es del todo imposible que compartan

un tembloroso hilo del Destino?

 

-Tú sigue con lo tuyo:

quede un resto de orgullo,

y ese mostacho fiero

de imaginario, antiguo mosquetero;

en la mirada, una fosforescencia

de color verdiazul; y en el retrato,

la independencia elástica del gato.

1 comentario:

  1. ¡Ay, esa ruin rutina! Y cómo recuerda a Pionono ese "resto de orgullo" a aquel "doblón de respeto" que, por cierto, se comió Vuesa Merced sin miramiento alguno. Un abrazo

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