sábado, 27 de septiembre de 2014

Lo gordo del asunto



Entrecerrar los ojos (no creo que Fujita le hubiese hecho un retrato) acentuando la cólera, acularse en tablas para lanzar derrotes peligrosísimos, proferir palabras broncas y amenazas clarísimas, en la mejor tradición de la Cosa Nostra…
La escena de ayer era impresionante, virulenta. Por la dimensión de la desfachatez, por la colosal envergadura de ese fenómeno de la corrupción que deja en el estómago una sensación de náusea, una honda desazón de “esto no se va a arreglar nunca”.
Y lo gordo del asunto estaba en el meollo de su ferocidad, de su destempladísima riña: que no miente cuando señala que la red de los “pringaos” es grandísima.
Cuando deja en evidencia que, de los representantes, hay que joderse, del pueblo (esquilmado, engañado), casi ninguno puede darse el lujo, sin cinismos, de tirar la primera piedra.
¡Cuánta porquería, paisanos!

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