viernes, 19 de septiembre de 2014

En Utrera,



repostando gasoil para el Gordo, y habiendo resistido de modo heroico a la tentación de hacer una escala técnica en Estepa, ya saben Uds. para qué, la noticia, que vi de refilón, salía por la tele: en no sé dónde, algunos paisanos más que descontentos han echado al contenedor de la basura a uno de sus barandas. Dejando caer a continuación sobre él, neumáticos y otros corteses obsequios y/o recordatorios.
Como la Historia (la universal de la infamia, podríamos llamarla con permiso de Borges q.e.p.d.) ha derramado sangre muy por encima de los más frenéticos cálculos, milenio tras milenio, y en el pasado siglo se superó a sí misma alcanzando cotas logradísimas de exterminio, luego, se ha intentado ir amansando al hombre, carnívoro salvaje incluso cuando va de vegetariano confeso. Se ha intentado que se cueza con resignación en su propio caldo de forzada paciencia y no la líe demasiado parda.
Pero el hombre es lo que es. Y si se le acosa demasiado, lo del contenedor será anécdota pintoresca, y no faltará quien recuerde la acreditadísima y funcional combinación de soga y resistente rama de árbol.

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