sábado, 11 de febrero de 2023

Laureles para el escritor

 

Cómo serán de indiscutibles los méritos que respaldan a Vargas Llosa como escritor excelente, que los franceses, gente gloriosa y notoriamente muy suya, lo han distinguido con un ingreso de categoría en su Academia, institución de renombre, prestigio y olímpica (del Olimpo, no de las “villas” deportivas, mocitos) raigambre.

Según qué sector de público, más interesado en el terrorismo y los temas de divulgación científica que constituyen el corpus de la “prensa rosa”, a este señor se le conoce sobre todo por su último y ya cancelado devaneo con famosísima y postinera, paradojal momia viviente, y no tanto o casi nada por la literatura, de la cual es fecundo y cardinal artífice.

Las comadres (no necesariamente de Windsor, aunque también) le achacarán con resabios represores su leyenda y andadura amorosa, tachándolo con frivolidad de mariposón a sus horas; peculiaridad de carácter que no poco habrá colaborado con su fluida imaginación en el comercio con las musas y sus regaladas convocatorias.

Por otra parte, los carcomas del rojerío no le perdonan su actitud y su conducta de conservador/liberal. La envidia, se sabe, sufre lo indecible ante quienes no ocultan su independencia de criterios.

“Pasando” de todo eso, con inteligencia y arte, ahí está D. Mario, mientras elabora el magisterio de la resplandeciente Lengua Española.

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