miércoles, 15 de febrero de 2023

El auto eléctrico

 

Remedando los encendidos debates que en los Concilios analizaban las herejías, desmenuzándolas con arduas retóricas y laboriosas formulaciones y construyendo cuanto laberinto erige el ingenio polemista, vamos viendo, viviendo ahora los pros y las contras que suscita el coche eléctrico.

Inicialmente parecía, o así se nos ofreció, como la santa, inteligentísima solución para la lucha final o “madre de todas las batallas” (¡“cuidao”!) contra la contaminación en el sufrido planeta. Y, con tal etiqueta así de estupenda, el público iba embelesándose, un poco también porque de suyo es siempre propenso a las novedades y sus brillantes aspectos de ilusión emoliente, de panacea seductora.

Pero hete aquí que se alzan voces, nada insensatas, que contradicen los fundamentos del “chollo”. Por lo visto, el auto eléctrico es más caro y contaminante de fabricar que el de toda la vida; las baterías agotadas, a no muy largo plazo, suponen un problemazo de residuos que fíate de la Virgen y no corras; el abastecimiento de recargas sigue siendo defectuoso e insuficiente, sin mencionar los precios de Iberdrola, Endesa y otros compinches; la autonomía (cosa importante) es discutible o canija; y el precio de mercado, tirando a inasequible; etc.

Así que tenemos a exégetas y detractores enzarzados, y al club de lujo europijo metiendo prisa para la reconversión.

 

Luego dicen que el personal es aficionado a sospechar de conspiraciones y así. Pero no sólo, es que le dan motivos. Es que hay demasiados mimbres para tejer este nuevo cesto de desconfianzas hacia las tomaduras de pelo.

¿No se os abren las carnes?   

2 comentarios:

  1. Las carnes abiertas....desde hace mucho tiempo ya...

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  2. Se me abren un poco por esto y por otras muchas cosas más. Sigo pensando 🤔 y afirmando que no es el momento aún para el eléctrico solamente. Por muchas razones ya expuestas y tras escuchar a varios Ingenieros expertos en la materia.

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