jueves, 8 de diciembre de 2022

Otro 8 de diciembre

 

Quienes (¿con imprudencia?) me leen, ya saben que soy, entre otras querencias, un clásico y, a mis horas, un peculiar heterodoxo.

Que, sobre todo, los alevines, con desdén y con dificultad también, me entenderían si a intentarlo se pusieren, de lo cual poca o ninguna esperanzas albergo. (Que sí, Fernando, a tu ejemplo, concordancia finísima de número; y nada frecuente.)

Pero para mis contemporáneos, aquellos en cuya memoria el asunto encuentre eco, hoy recupero (no es la primera vez en estas líneas recónditas) la constancia de que el 8 de diciembre fue por tradición -la que fuese- el día de la Madre, antes que los mercaderes y los otros orcos, a capricho trasladasen la fecha a una, del mes de mayo. Si existen apologetas de ese cambio, ya tendrán, o no, sus especiosos argumentos.

Así que las abluciones, la colonia, el peinado del cabello a última hora, antes de ir a dormir, enseñanzas, mimetismo, buenos ejemplos, crianza (que ponen en la etiqueta de las botellas de vino)…

¿Estás ahí? Mira que si al final resulta verdad que vamos a ir reencontrándonos…

Con lo que acaso no estuvieras de acuerdo, siempre procuraste ser bondadosa; a eso, no he conocido a nadie que te gane, doña Carmen.   

3 comentarios:

  1. Góngora, como siempre cuesta no perderse de la trama principal, pero, esta vez, consegui entenderte

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  2. Ese anónimo es mío

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