viernes, 9 de diciembre de 2022

Aficiones y devociones

 

García Márquez, escritor excelentísimo y supersticioso confeso, además de caribe, tuvo sus manías, cómo no. Y entre otras, recomendaba eludir los adverbios terminados en “mente”.

Con una mínima inducción a lo Cabrera Infante, eso le pasó por la suya en aquel momento. Pensó: “imperceptiblemente”; y enseguida, la concienzuda realidad lo hizo rectificar: ¡“perceptiblemente”, qué cojones!

Porque le va costando subir a y entrar en, salir y bajar de ese “roadster” que lo sedujo tiempo atrás, cuando vio su fotografía por primera vez en una de las revistas de automóviles que compraba por entonces, y era la inédita alternativa para James Bond, tan siempre y luego de Aston Martin; con más de 20 años que se hizo con ese Z3, sigue remirando la máquina con regodeo interior y sonriente embeleso. Aunque esa contra terminan teniendo los coches bajitos cuando va a menos nuestra elasticidad.

Pero también en Sagunto resistieron lo suyo, ahí tienes. Así que ha resuelto no tanto morir con esa bota puesta, como el refrán dicta, sino que siga siendo buena para caminar, según cantaba la Sinatra.

De hecho, días atrás tan sólo, en el Elefante Azul del barrio, acaban de instalarle un juego de neumáticos nuevo y las escobillas que limpian el parabrisas. Y cada año, cruza los dedos, sigue pasando la ITV.   

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