viernes, 9 de septiembre de 2022

El notición

 

Sorteando en este caso las perversiones de la “obsolescencia programada”, los britanos han dispuesto, o disfrutado, de una reina duradera cuyo itinerario tuvo ayer su final.

Una cosa con otra, asistimos a un rosario de desapariciones que nos enseñan, advierten, recuerdan lo provisional de nuestra estancia en una vida que está diseñada con el inconveniente de que será cancelada con un carpetazo del que nadie escapa y cuyo momento tiene bastante de burlona y temida lotería.

De todos son reconocidos la importancia y el relieve de esta señora, su papel en el XX, incluso en lo que va del XXI; con lo cual, cada uno bajo su paraguas, fueron acudiendo a la verja para un primer homenaje los que andaban por allí o expresamente se acercaron. Que luego, los funerales, seguro que grandiosos y de excelente organización, van a ser el espectáculo de rigor y solemnidad que suele transmitir la “tele” en tales trances, y que el Hipocampo contempla con atención.

El primogénito Carlos toma el relevo, eligiendo ese nombre de entre los cuatro o así de que dispone; lo cual dice de su previsible y relativa moderación, porque alguno otro quizá se habría decantado por el de Arturo, de hermosas resonancias legendarias.

Damos por sentado que cualidades no le faltan para prestar buen oído a sus súbditos y a la coyuntura presente que, “all over the world”, se viene poniendo la mar de cuesta arriba.

Que la orientación de su Iglesia, algo herética o díscola, y los debatidos encantos de la Cornualles le ayuden en esa tarea.  

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