domingo, 26 de septiembre de 2021

Una cuestión de ombligo

 

Ya me imagino que Jhonny Depp, de cuya retranca y cínico desencanto pocas dudas debemos albergar, enfrentará la anécdota del vascuence en el protocolo oficial del festival de San Sebastián con un ánimo parecido al del turista que se acerca a las reservas indias de USA (que todavía las habrá) y escucha, entre admirado y alelado, el arcano sonido de todo su folclore, dialectos medio fósiles en preferente lugar.

Vaya por delante, en lo que siempre he tenido de perro verde, mi debilidad por las rarezas, mientras más históricas, heráldicas y simbólicas, mejor; mi adscripción frecuente a romanticismos y a según qué otras causas más o menos retóricas y perdidas. Al “sostenella y no enmendalla”, como envite del trasnocho idealista. Pero no hay nada como una incomunicación, por subtitulada que sea, para hacernos salir huyendo de una gala en donde los pintoresquismos numantinos andan empeñados en la cuadratura de círculo que supone la pretendida proyección internacional y el auto-ombligo del mundo mundial relleno de K y de Z.

Y habrá personas que no hayan advertido que estamos en la cosa del siglo XXI, globalización y moderneces: porque menudo ejemplo, el “blog” de ayer.

Pero aceptadlo: cuando el idealismo se pringa de separatismo, de “etnias especiales”, disparatadas y marcianas de vocación, de supuestos clasismos y elitismos, pasa lo que pasa, que no es eso que dicen de sostener la cultura y la diversidad. Son otras monsergas de fondo.                                                        

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