martes, 7 de septiembre de 2021

Belmondo

 

Gastaba ese gesto, esa miradita característica con algo de pasmo y bastante más de distante y displicente superioridad, propia de franceses con halo y nostalgias de “grandeur”: Philippe Noiret, Jean Rochefort y otros, también fueron de esa cuerda.

Muy alejado del arquetipo de galán/protagonista guaperas, y más todavía de los niñatos relamidos que proliferan en el mundo del espectáculo, bien pudiera aplicársele a la inversa el discriminatorio dictamen que sostiene que la suerte de la fea, la bonita la desea.

Porque parece que de él se prendaron, o lo que fuera, mujeres célebres por su belleza indiscutible. Así que se abrió paso en la vida y en los escenarios con cierto encanto burlón y aventurero de seductor atípico, y con la desenvoltura y la habilidad que quizá sean dos variedades del talento.

Que su trabajo de actor tuviera en ocasiones más éxito que calidad no alterará su figura en la memoria de los admiradores, ahora que en el firmamento del cine, y durante el festival veneciano del gremio, se da de baja irreversible la luminaria que fue Jean Paul Belmondo.

 

-¿RIP?

-No veo por qué no.                                                 

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