viernes, 24 de septiembre de 2021

Los pelos como escarpias,

 

nuevamente, ahora que los presuntos “expertos” nos quieren tranquilizar con la película de que no detectan niveles preocupantes para la salud en la toxicidad, las reacciones adversas, las consecuencias del problemón volcánico.

Me suenan, me recuerdan a anteayer, cuando la abuelita Simón y el evanescente, transitorio, difuminado ya (o emboscado y huído, como el idiota venenoso de Waterloo) Illa nos contaban los oblicuos y macabros embustes de la pandemia que han convenido a este “régimen” de mafiosos, poniendo de manifiesto hasta qué punto son todos esbirros, sicarios, sirvientes del poder y clientes puercos del pesebre.

¿Qué os vamos a creer?: ya no es posible, cada traca que nos echáis encima aumenta nuestra justificada desconfianza, el desengaño irreversible de nuestro escepticismo.

Cabrones, extendida a casi todos, fue la palabra que Iñaki y este servidor compartimos, a vosotros dirigida, mientras en la zona de piscina del hotel los “seniors” fingían una anestesiada ataraxia de jubilados.                                                     

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