domingo, 9 de enero de 2022

La ejecutoria del Tiempo

 

La luz del ascensor del mercadona

al que acudo como asiduo cliente

me ofrece, penetrante, la encerrona

de encarar las arrugas de mi frente.

De acuerdo que son cosas de la edad

con las que el disimulo es deficiente

mas otras luces, menos consecuentes,

dan más piadoso enfoque a la verdad.

 

Un cierto aplomo presidió mi vida

que excluyó casi siempre el aspaviento,

la gesticulación encarecida

que en otros subrayaban sus inventos.

Así que me mantuve en un semblante

casi exento de frunces y visajes;

pero se ve que de todas maneras

no hay modo de esquivar este peaje.

 

Aquí estamos: carrito y mascarilla,

emboscados tras gorra de visera.

Y qué lejos, de Madrid, de Sevilla,

de lo que todo era.

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