martes, 16 de febrero de 2021

El monte y el orégano

 

Siglos atrás, delincuentes había que “se acogían a sagrado”, ingresando en una catedral o así, y procurando por ese expediente el amparo y un cierto blindaje contra la ley, que eventualmente proporcionase la Iglesia.

Más acorde con el laicismo de nuestros tiempos, y probablemente estorbado por una conciencia que cabe suponer atea, el mozo ese del rap prefirió la Universidad para refugio y dando por sentado, como así ha sido, que no habían de faltar colegas protestantes al revuelo y urbanitas del heroísmo contestatario que con su “causa mártir” se solidarizaran.

Lo cual que la policía correspondiente ha ido a detenerlo por orden del juez de turno y ha removido las barricadas que como inconveniente habían preparado los defensores de la presunta libertad de expresión; y se lo ha llevado al trullo que al parecer le toca como reincidente, no escarmentado a la primera, y donde tendrá tiempo y ocasión de darle un par de vueltas a su tema.

La cuenta de los destrozos ya se verá quién la paga. Pero lo que sí, es que lo del monte y el orégano va a ser que no.                                                               

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