sábado, 6 de febrero de 2021

De aquí a dos domingos

 

“Fueraparte” de que ya hace tiempo se han llegado a plantear dudas sobre la verdad de la existencia de San Valentín, atribuyendo la eclosión de su mito a, por ejemplo, películas triviales y algo ñoñas y a insidias del Corte Inglés, etc., este pintoresco y más que atribulado año en curso los trileros de la cosa pública han elegido la fecha clave para celebrar unas elecciones regionales.

Por lo pronto, hay desbandada entre los convocados a figurar en ese embarque de las mesas de recuento. Les sobran los motivos. Los mismos que alientan el desfallecimiento y el recelo generales de los votantes, siempre imprevisibles y a la sazón muy escarmentados ya.

Conque si tan peligroso para la salud nos predican que es el contacto personal, físico; si según eso los enamorados y similares habrán de rehuir la fiesta gozosa que era ya tradición, llegando en rigor a omitir los besuqueos a destajo y demás expresiones de la coincidencia fogosa que cabe imaginar…

¿No traería más cuenta dejar plantados a los trileros, contemplar con gesto divertido o impasible sus caras, su estupor, su quizá y por fin insostenible cinismo en fuga?

¿Qué estupidez perversa, qué falsía podrían aducir ante una abstención del, digamos, 99%?                                                         

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