jueves, 12 de septiembre de 2024

Radicalidad de las decisiones

 

En el acelerón volcánico de la estampida, raras e inesperables habrían sido la memoria, la concentración y las ganas de restablecer en su correspondiente lugar la desplazada balda -que otros dirán estantería- del mueble para zapatos, made in Ikea, cuyo blanco, “azulejo de baño”, rutila en el porche.

Deudor de mis melancolías, y más aún, parsimonioso y en ocasiones irresoluto, hasta hoy no me planteé el brote (que no oso calificar de psicótico) necesario para acometer el trance de “bricolage” que su retorno al, vale que elemental, emplazamiento original comportaba.

Miré al soslayo, requerí la espada metafórica de un destornillador de estrella y, pertrechado de las convenientes gafas “de cerca”, me medí con la aventura como si caballero de la Tabla Redonda hubiese sido admitido, tras velar armas, por el mismísimo Rey Arturo.

¿Me creeréis si añado, sin afectación de heroísmo, que, ya metido en harina de incluyente costal, afirmé el pomito (no sé si debo llamarlo así, malhaya la cursilería) de la tapa de la cafetera que andaba medio flojete y que se prestó a someterse con la misma herramienta, con la docilidad que se les ve a los ministrillos del Sánchez ese?       

No hay comentarios:

Publicar un comentario