viernes, 3 de diciembre de 2021

Al noroeste de Madrid,

 

un dilecto amigo…

-Disculpa la interrupción. Este colega ¿es el que está contigo en la foto que acaba de ser publicada en tus entresijos de Internete, este día 1 de diciembre, titulada Los Cabos?

-No. Se trata de otro señor, más joven. Digo pues que…

 … este dilecto amigo baraja sueños, recuerdos y otros inteligentes gajes de un devenir que ha ido estrechando nuestra comunicación por lo que tiene, que no es poco, de coincidencias y afinidades compartidas.

Devoto del dry-martini, como de tantos hidromieles lo fui yo en mi dilatada época etílica, goza a la sazón de alguna variante de la que me proporciona simpáticos detalles que incluyen la alquimia de según qué ingredientes imaginativos.

Que un su hijo, mozo y astilla de tal palo, colabore en las recetas, ha dado pie a una interesante pirotecnia verbal de las que solemos prodigarnos con un júbilo que casi nunca pierde los educados modales propios entre caballeros.

En este tránsito de desorden (políticos + otros virus) que nos aqueja, al menos y pendientes de un encuentro personal (“presencial”, dicen ahora los más majaderos del rebaño), el ridículo adminículo que llamamos teléfono nos concede de momento una metafórica y resonante cuerda de guitarra con la que preservarnos, hasta donde posible sea, de las espadas de Damocles y los demás naufragios.

Que el ritmo no pare.

-¿A vuestra edad?

1 comentario:

  1. Que no pare, Maestro, que no pare. Así lo desea también el "devoto"

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