miércoles, 17 de noviembre de 2021

Frente al espejo

 

Años hubo* en la historia

(que es palabra que fácilmente gira,

tropieza y rima siempre con la noria)

que, en aras de que el tono

y el color de la barba fueran uno,

el joven capturaba

las canas singulares que asomaban,

dejando aquella fronda toda en negro.

 

Luego, al paso del tiempo,

con pícara y sutil coquetería,

a la “sal y pimienta” se atenía

haciendo como todos gran virtud

de la necesidad, que se imponía

en la invasión creciente de las canas.

 

Ahora, frente al espejo,

y con las previsoras antiparras

(y la zorra y las uvas

y los demás retruécanos de marras),

se afirma en la cromática inversión

y elimina a tijera minuciosa,

de entre la blanca barba borrascosa,

la residual, rebelde minoría

de algún pelo que queda todavía

de ese color de antaño:

aquel negro de entonces,

invulnerable casi al desengaño.

 

 

*Para los desorientaditos: nada de “hubieron”. Esa forma impersonal no consiente plurales y es feísima costumbre no precaverse contra ella.

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