domingo, 31 de octubre de 2021

Un laberinto de jardín japonés

 

La Gordita de los Pupitres

(quien os presenté el otro día)

me interpela desde el salitre

con tonos de amable cortesía.

Opinando que mis escritos

a veces se tiñen de arcanos

y en vericuetos inauditos

quizá se me van de las manos.

Y en personajes misteriosos,

desconocidos del lector,

que transitan, polares osos

por hielos de ártico fulgor.

 

Y con veladas alusiones,

con alias y otras fruslerías,

la ficción y sus explicaciones

se descuidan en la fantasía.

 

Su reflexión tiene detalles

que sin ambages admito

con música de pasacalles

y coherencia de rito.

Y tal vez el lector sagaz

como un consumado duelista

me consienta con mi disfraz,

rastreándome la pista:

 

que el solaz en la palabra

se encuentra en su eufonía.

Y que el argumento se entreabra

en un cáliz de malvasía.                                                                

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