martes, 20 de junio de 2023

¿Nada que objetar?

 

Nadie con un mínimo de buen oído y de sensibilidad para la música pone en cuestión el talento y la extraordinaria relevancia de la obra, en calidad y cantidad, de Paul McCartney.

Escritor e intérprete de canciones brillantes, inspiradas, hermosas, que acreditan su trayectoria y unos méritos coronados por altísimos éxito y prestigio.

De tan numerosa obra, de tan fecunda, gloriosa y personal facilidad, dice mucho que, en pocas ocasiones, un pasajero cansancio o una cierta rutina le hayan bajado el listón.

Ahora Paul se presenta como el principal (¿o único?) instigador de una recuperación “post-mortem”. Con la tecnología disponible, no es siquiera algo que no se haya llevado a cabo con anterioridad y quizá sin muchos escrúpulos. Y aunque es de suponer que herederos y derechohabientes han dado aquiescente consentimiento…

¿Es sentido homenaje, nostalgia, vanidad incansable, ocurrencia antojadiza de abuelete? ¿También habrá dinero de por medio que, en esa cumbre de los millones, sería innecesario?

¿No queda, en nuestro tiempo, respeto y sobriedad que dejen a los muertos descansar en paz?

A los “fans” -siempre ansiosos- también me refiero: la historia y la leyenda maravillosas, ilusionantes, insuperables a su modo, de los Beatles, ¿merecen este canibalismo, estas virutas residuales?    

1 comentario:

  1. Pionono ni lo entiende ni lo apoya. Jamás será una canción de los Beatles. ¿Qué necesidad hay?

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