sábado, 10 de junio de 2023

Con un par

 

El poeta que canta lo que escribe, el cometa que continúa pasando con la independencia y la displicencia de quien ilumina las décadas sin tomarse demasiado en serio y sin tenernos demasiado en cuenta (que es lo que debe ser), el didáctico y, a su modo, ejemplar Bob Dylan ha exigido a los espectadores de sus recitales que prescindan del teléfono móvil durante el “show”.

Para que estén a lo que hay que estar; para que, siquiera de forma transitoria, se sacudan la tiranía hipotecadora y la tontería del uso -del mal uso y el abuso- del cacharrito de marras. Para que tomen conciencia de su condición de sólo público que, poco reflexivo, poco crítico, anda sucumbiendo a la manipulación de los mercaderes de la tecnología, embaucado por un discutible “progreso” de frenesí dizque moderno que, de rondón, lo entontece con un inmerecido, fatuo y ridículo protagonismo (la masa se lo cree, con vanidad ayuna de inteligencia) y con embotamientos vulgares.

Dylan, lo ha expresado, advertido siempre, no se deja etiquetar ni de profeta ni de maestro, ni de banderín o pancarta de nada. Y a los papanatas que siguen pretendiendo que lo sea, no hace otra cosa que enseñarles educación, respeto y sensibilidad atenta para la música y la letra. Y sin estar él por la labor ni pasar factura.

Con un par. Y a sus años, tú.      

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