miércoles, 22 de junio de 2022

Pantalla tras pantalla

 

La impúdica (no exagero) exhibición de la riqueza por quienes la detentan, se va volviendo más y más escandalosa por la desafiante y ostentosa actitud de magnates, sátrapas, estrellas del deporte y el espectáculo, etc. cuyos lujosísimos delirios son profusamente publicados por la televisión del cotilleo invasor que hace de ellos muy llamativa noticia.

Quizá los ricos de toda la vida solían ser en general más discretos. Pero los nuevos, de tumultuoso aluvión, surgidos con la velocidad y las proporciones gigantescas de este tiempo de asombros y novedades, andan en el escaparate brillantísimo, parece que con gusto, alardeando de yates, mansiones, superautomóviles, joyas vertiginosas y “entrecots” con oro comestible por encima.

Que no todas esas fortunas faraónicas sean limpias y ganadas con mérito es cuestión aparte. Pero, a bulto, puede que tanto imprudente estallido no deje en una duradera, inofensiva e inerme inacción a las multitudes que “all over the world” se debaten en unas vidas antípodas, colmadas de peligrosas dificultades.

El recochineo, ¿es sólo obtuso e inocentón? ¿Corto de vista? Los medios que lo difunden, ¿conspiran en alguna dirección, enmascarados de morbo y frívola estupidez?

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