miércoles, 1 de junio de 2022

Julián Granados, en su ecléctica frontera

 

Por internete/facebook, inesperadamente me llega la versión de “La paloma” que este veterano ofrece, desde lo que tiene aspecto de ser un gabinete personal de grabación, sito quizá en algún chalet de las afueras madrileñas. Igual me confundo, pero el aire “vintage” de ese trasfondo, evoca anclajes muy afines de estilo.

Reposado, que ya solía serlo, mucho antes de los vendavales que enseguida a todos nos zarandearían; y desde luego antes de la presente madurez y el aplomo que se atribuyen a la experiencia.

De éxito que con respeto entendemos irregular –“voy buscando a Lupita” y lo que imperdonablemente ocurriera-, andaba entre cantor y galán, aquellos años finales del 60/siglo XX, atuendo apenas atrevido y probable ducha diaria. Ignoro sus avatares, sus vicisitudes con una industria disquera siempre torpe y desdeñosa que no le dio el apoyo suficiente; las idas y venidas del laberinto que nos supone la vida a cada uno. Pero su apariencia saludable reconforta.

También porque alude a otros tiempos. Estaba yo recién regresado de Santa Fe de Bogotá y lo escuché en una sala próxima a Torres Blancas, por la Avenida de América de Madrid. Hasta hoy.

Sin ocasión de conocernos jamás -nunca coincidimos donde acaso nos hubieran “presentado”-, dejo por aquí esta nota, menor y aquiescente.

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