domingo, 12 de junio de 2022

De la paciencia cristiana y otras salvaguardas edificantes

 

Envuelto en “pudoroso” anonimato,

discrepas de mi texto de anteayer.

Pues no tengo el honor

de tu nombre saber,

poco se puede hacer

que no sea buscar 3 pies al gato.

Pero agradezco detalle y talante

-que intuyo progresista y diletante-

de dedicar tus minutos perdidos

a enderezar mis renglones torcidos.

 

Emboscado lector: mi sugerencia

(que a un natural respeto va y se atiene)

es aplicar la cristiana paciencia

cuando estas reflexiones no “te suenen”;

y más, que no te escuezan

los arrequives que en mi “blog” rubrico

y que, como insistentes villancicos

de Navidad, me rondan la cabeza.     

1 comentario:

  1. Mi estimado maestro
    a su irreprochable texto
    y su léxico culto y distendido
    (al que habitualmente sigo)
    doy acuse de recibo
    sin estar a la vez sorprendido
    y confieso que contento
    por corroborar que su sino
    es tolerante y no ladino
    (sin duda le honra ese aspecto).
    De mi anonimato discrepo
    no soy del pudor amigo
    ni tirar la piedra pretendo
    es cuestión de que no domino
    estos mundos circunspectos
    de pantalla virtual y logaritmos
    Tampoco considero renglón torcido
    ningún pensamiento acaso extremo
    ni torturo ni condeno
    al no coincidente con el mío
    pero si considero un desatino
    impropio de un narrador excelso
    escudarse en un pretexto
    mas proselitista que genuino
    para sacar del aparcamiento
    a un auto obsoleto (y sombrío)
    y ubicar el propio, polvoriento
    sin caer en el intento
    de la contradicción por derecho
    que tampoco recrimino
    pero si que analizo y comento
    cuando considero que el talento (divino)
    está de por medio.
    Y me despido, dicho esto
    no quiero ser tábano molesto
    ni mosquito viperino
    con mi reiteración de que lo admiro
    espero no sea censor severo
    de mi ripio inconexo
    ni a la suela de los bocetos
    que usted le recita al amor supino
    al Atlántico y al erotismo
    a los manjares y al vino
    y a los políticos ineptos
    de un solo bando concreto.

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