miércoles, 14 de abril de 2021

A campo abierto

 

Vámonos, cocodrilo, que no hay zapatos para ti.

Ni siquiera hay trinchera para ti; y mucho menos, un “búnker”, por sencillito y de precio módico que fuese.

Así que estás en pleno descampado, entre las ráfagas del fuego cruzado que desde una banda y otra te va disparando el miedo.

Al relato oficial (vamos a llamarlo así) le salió, cuándo no, otro relato que iba a contradecirlo.

Te han pillado en medio. Y eso, que ya ocurrió otras veces, se multiplica ahora porque somos demasiados y demasiadamente proliferan los hechos, su transmisión, tanto falsa como veraz, la globalización que le dicen, maldita sea, con sus modos y modas, sus avances y también sus retrocesos y el coste sideral de todo ello.

Sigue habiendo brujos en la tribu; y CIA y KGB; y quizá nuevas variantes del terror y la humillación y el sometimiento. Para la Historia, el trance de contarle los pecados al confesor; la obediencia fanatizante impartida en la mezquita que sea; las elaboradas construcciones mentales de las remotas y orientalísimas místicas del hinduísmo, el budismo y los demás ismos con sus gurús; sin olvidarnos de los otros “gurús” de las finanzas, la economía de mercado, los mercaderes del templo y el copón de la baraja…

Menuda feria.

Ahí andas, confuso, vulnerable, intentando proteger y conservar un gramo de dignidad, de pensamiento, de persona. Y a la tarde, te han citado para la vacuna.

Que no te pase “ná”.

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