Si nos parece
aceptable el impulso, la ilusionada aspiración de aquellos a quienes las
canciones suelen incitar a “seguir sus
sueños”, también convendría matizar todo eso con una inteligente
autocrítica que ponderase con tino los méritos y las virtudes de los aspirantes;
y aquí ya estamos de lleno en la cosa del Planeta.
¿Debería
empezar a escamarnos la ya algo frecuente coincidencia de los ganadores de ese
maxipremio con firmas que pertenecen a figurones/figurines de la “tele”? ¿Son
verdaderamente talentosos y, aunque no es requisito obligatorio, experimentados
y probados jinetes de la literatura quienes, de un tiempo acá, se llevan el
galardón y los jugosos euros, bien que cruelmente esquilmados, con flagrante
abuso, por la Hacienda pública y descontroladita, que luego cede fondos para presupuestos
administrados por la gentuza al mando de turno, de tan siempre escasa limpieza?
Planeta, con
ejecutoria evidente de vendedora de libros y detallitos de mecenazgo, ¿actúa
-por delegación de sus jurados, o perjuros- con rigor de calidad, o bien no es nada
ajena al tirón de ediciones sucesivas que la curiosidad morbosa del público
consumidor (relativamente iletrado) potenciará de manera visible?
Quizá ocurre
que no hay escapatoria ante la avidez nada escrupulosa de los mercaderes.
Quizá.
-¿Y el blindaje de los seudónimos, su discreto
secreto?
-No te fíes ni un pelo.
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