Vuesas
Mercedes no me creerán
(al verme
ayer sentado en breve silla,
importándome poco
el qué dirán,
sobre la
arena y bajo la sombrilla)
que un repentino
impulso jardinero
poseyóme con
ritmo desusado
y hoy el
sedentarismo es pasajero
y ha puesto
en su etiqueta “caducado”.
Y arrebatado
como fuera Elías
en alienígena
carro de fuego,
una vieja
herramienta que tenía
armó mi brazo
y canceló el sosiego,
enfrentándome
en lucha desigual
con un ramaje
asaz asilvestrado,
rudo enrejado
de cañaveral,
al calor del
verano, acrecentado.
-Y ¿en qué paró la insólita aventura?
-En agujetas, linimento Sloan,
un posterior descanso en el sillón
y como colofón
el dócil bálsamo de la lectura.
-Debiera ponderar Vuesa Merced…
-Si no, si ya, si vamos, bien lo sé.
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