Inevitable
casi es este cuarto a espadas, niña.
Se han juntado
en tu música y tu cante la valentía, la sensibilidad, el don de sorprendernos
cada vez, ni que decir tiene esa voz con que te atreves, y puedes, entrometerte
en todo y con todo; de los desgarros y de las ternuras, de los estilos, de las
corrientes, de los tiempos hablo, mientras navegas con unos criterios propios
que brillan por la independencia que sin mucho escarbar andas repartiendo a
quien te atienda.
A quien te
entienda, que entre seguidores rendidos y detractores obtusos se establece la polémica
y en tus entregas siempre aterrizas como una estrella en un lago o en un
charco, a elegir.
Te avalan el
talento y los estudios, la esforzada dedicación, y un instinto como de
sabiduría desde las entretelas. Del repertorio se te podrán espigar
deslumbrantes piezas y deleznables horteradas, en cantidades cuya desigualdad,
cuyos vientos favorecen tus velas, que van maniobrando con general acierto la
buena suerte y un eficaz equipo de colaboradores.
Para la
admiración y el jubiloso asombro, estamos a favor de que sigas, Rosalía.